domingo, 18 de septiembre de 2011

BUSCA LA PAZ Y CORRE TRAS ELLA

Cómo me gusta esta frase del Salmo (34,15). Tiene una evocación importante para mi. Son parte del Prólogo de la Regla de San Benito, que por muchos años fue la inspiración de mi vida cristiana. Más que eso, significa la inspiración desde mi infancia. Encontrar la paz. Recuerdo que en los conflictos fraternos, durante mi vida monástica, al compartir con un Hermano la tensión que vivíamos le decía: "son los gajes de la paz monástica". Era la constatación de la utopía.

Pero estaba lejos de mi pensar en abandonar el ideal. No. No es posible para quien ha encontrado a Cristo. Entiendo las palabras de San Pablo en este domingo en el que escribo estas líneas: "Para mí la Vida es Cristo" (Flp.1,21). Me pregunto cómo he compaginado aquella tensión, mis incoherencias, las vivencias de pecado personal y ajeno, las desilusiones de los demás, los imposibles de mi camino ideal con mi presente tan cargado de esperanza. Y me respondo que indudablemente porque Cristo es mi paz. 

Lo es porque su victoria nos ha garantizado la paz. "Les dejo mi paz, les doy mi paz" dijo a los Apóstoles que todavía estaban envueltos en el miedo de afrontar el mundo después de la crucifixión del Señor. Lo dice hoy y cada día después de cada crucifixión. Y lo es porque la paz no es una utopía humana sin más. Es una realidad humana y divina con todo. Como el Señor ha roto las fronteras que separaban netamente lo divino de lo humano, también ha hecho que nuestra realidad a veces tan pobre, no esté separada de su gloria. Siento así que mi vida no pasa por la ordinariez de mis limitaciones y las de la historia humana. No me engaña el poderío de este mundo en el que los valores del Evangelio de Cristo no ocupan ningún lugar. Me cautiva la presencia del Reino y el poderío de Cristo que ha hecho nuevas todas las cosas. Y lo ha hecho desde las cosas más insignificantes, empezando por mí. "Lo necio del mundo eligió Dios para confundir a lo sabio, lo débil para confundir a lo fuerte" (1 Cor.  1, 27)

Así siento que podemos alcanzar la paz y construirla día a día en un destino irrevocable hasta la consumaicón de los tiempos, cuando vuelva el Señor revestido de Gloria. Te invito a ser protagonistas de esta paz.

3 comentarios: