jueves, 1 de marzo de 2012

COMENZÓ LA CUARESMA. Tiempo especial de fe.

Será que me toca vivir en una sociedad donde el secularismo, aquel olvido de la fe se ha devorado la significación de la liturgia como ritmo de la vida interior, que me siento motivado a vivir los valores más fuertes de nuestra fe cristiana.

El inicio de la Curesma ha perdido su valor vinculante con la fe. Y digo esto porque el común de los cristianos le da más importancia a muchas otras cuestiones culturales y a nuevos símbolos religiosos que a este que pertenece a lo más profundo del acervo cristiano. El carnaval, el inicio de clases, las vacaciones o el fin de las vacaciones, y, en nuestra zona bonaerense, los "finde" y su infaltable descanso. Todo eso pauta y le da sentido a los días del común de los bautizados. Podría pensar que si el miércoles de cenizas fuese feriado habría más cristianos en la Misa; pero pienso que mejor no, no vaya a ser que sea motivo de un finde más largo. O peor un tremendo asado de media semana.

Acabo de leer que el Papa propone que tengamos una fe positiva y propositiva, más que a la defensiva o en la queja. Pero lo que digo es sólo una constatación. Esta es otra de las tantas que ya Juan Pablo II nos llamaba a ver con claridad y que el Documento de Aparecida termina de afirmar con fuerza: no podemos suponer un pueblo cristiano formado. Es necesaria una nueva evangelización.

 Si la nueva evangelización supone una novedosa manera de vivir el cristianismo, no hay que pensar en este otro error: que tengamos que tirar todo por la borda y empezar de cero. El valor de los tiempos litúrgicos es una de esas cosas que tienen su valor perenne. Siempre serán buenos porque son un lugar de fe más que de organización. Los gestos de Cuaresma y el tiempo de gracia que de hecho es, se expresan concretamente en este llamado a la oración, el ayuno y la limosna. Un pequeño gesto de cada cosa tiene un valor inmenso porque testimonia que los cristianos vivimos el tiempo cronológico como Kairós; que vivimos esta época como un verdadero tiempo de Dios, preparándonos para la gran fiesta de la Pascua.

Uno de los textos más lindos citados en la Liturgia de la Palabra en la Cuaresma es la predicación de Jonás y la consecuente conversión de los ninivitas. Ellos entendieron el llamado a la conversión y comprendieron el poder de la oración y la penitencia. Esto no lo entiende el mundo, pero lo podemos entender perfectamente nosotros que estamos en el mundo sin ser del mundo. Podemos mover el corazón de nuestro Padre Dios, podemos vivir intensamente el peso de la Redención que cargó Nuestro Señor, podemos ser empujados por el Espíritu Santo a la vivencia intensa de la fe como victoria sobre la tentación.


¿Dónde me voy a situar? Pongo delante de mi a San Pablo y su capacidad de mirar la realidad como una posibilidad de evangelización. Y esa es la cuestión para la fe cristiana.

Hay un mundo sediento de signos religiosos. Han aparecido muchísimos signos que tienen la característica de ser vistosos (cintas de colores, velas de colores, medallas