Qué linda frase. Cuando se ha visto, dice San Juan, el amor de Dios en la vida de uno mismo, no se cansa de repetir estas palabras. La Palabra divina se hizo hombre. Dios ha quedado atrapado en la humanidad. Ha caido en la trampa de su propio amor. Y en El no hay imperfección ni improvisación. Lo ha querido así.
Me vienen a la mente todas las personas que sienten que Dios los ha abandonado. Los que creen que la historia de la humanidad sigue un curso incierto. Los que entienden a Dios como un genio sabelotodo y consentidor que tiene que hacer lo que a nosotros nos parece. Y su llegada en la humildad tan infima de lo humano desconcierta porque abraza, llora, ríe, es frágil, es limitado. Y a la vez es eterno, infinito, Amor sin límites. Es todo en todos. Es como nosotros, uno de los nuestros, pero no deja de ser El, distinto de nosotros. Es invisible pero es visible. No rechaza nada de lo humano y le da sentido a todo lo humano. Parece un lejano punto de la historia, pero es por quien fueron hechas todas las cosas. Es Dios con nosotros.
martes, 25 de diciembre de 2012
¡FELIZ NAVIDAD!
Etiquetas:
cristianismo,
navidad
miércoles, 28 de noviembre de 2012
ENTRE LA HIPOCRESÍA Y LA REALIDAD
Es noticia el video subido ya a las redes sociales donde un joven de 19 años tiene relaciones sexuales con un niño de 12 o 13 años. El caso aún, hasta este momento, no tiene carátula porque no se tiene certeza de si ha sido una violación o un acto consentido, en el cual sería una "corrupción de menores".
Las cosas están atemperadas porque si hubo consentimiento, y además, el menor dice ser gay, entonces ya no sería considerado tan grave. El periodista comentó que en ese caso es una opción que el chico hace y por lo tanto, no es un tema a considerar. Lo cierto es que la sociedad está conmovida, y la gente piensa que hay que cuidar a los chicos.
Yo me pregunto ¿de qué hay que cuidarlos? Los programas de educación pública introducen este tema de la elección sexual, en la cuestión de salud reproductiva se reparten profilácticos a chicos de 13 y 14 años, en los medios de comunicación social se exhiben películas ligeramente consideradas nocivas, porque restringirlas sería violar la libertad de expresión. En las comedias y demás programas de ese tipo de factura argentina, los adolescentes tienen relaciones íntimas y son tomadas como una escena más de la vida cotidiana. Las declaraciones públicas de muchos padres de familia apuntan a sostener que el problema real no son las relaciones íntimas que tienen sus hijas , sino la posibilidad de que queden embarazadas. En consecuencia, los varones pueden seguir su vida sexual como quieran, porque en definitiva no tienen de qué preocuparse, ellos no quedarán embarazados. Por otro lado, si el niño puede hacer una "opción sexual", entiende muy bien de qué se trata la condición de homosexualidad, y el deseo del otro sexo, ¿qué tendría de extraño que tuvieran relaciones íntimas? ¿No es la pubertad un momento de exploración? ¿va a quedar embarazado? No. ¿Por qué se consideraría que el menor es corrompido si está haciendo una elección sexual? ¿El tema se resolvería con que no haya habido video? En ese caso, el hecho quedaría en la intimidad de quienes lo realizaron, y probablemente, podrían continuar su relación con tranquilidad. Si los padres no saben nada, no importa por el momento. Es posible que el Estado apoye luego al chico que "hizo la opción" y pueda ayudar a los padres a aceptar esta realidad que tienen por delante aunque no les guste.
Un razonamiento lógico según la situación de este momento. Por ello me resultó extraño que el caso sea tomado como un caso grave de escándalo. La situación me inspiró el título. Si hay algo que verdaderamente hace a la realidad es cómo queremos verla. Mejor dicho, si algo determina cómo será la realidad es cómo la ordenamos.
Una porciòn importante de argentinos ha visto la necesidad de que los derechos de las personas se vean respetados. Cargamos con el fantasma de la represión. Ya un fantasma como lo mencionaba en otro artículo hace tiempo publicado. Pero también respondemos a una presión global para ponernos al día en un proceso ideológico dominante: el progresismo. Me dí cuenta de que esto es visto como un logro y un bien. Es evidente que quienes son homosexuales y quieren vivir de ese modo, la aprobación de sus costumbres ha sido recibido como un bien. Quienes consideran que tienen derecho a publicar lo que quieran sin ningún tipo de restricción, ni de contención social, también. Son los hechos, y los digo sin juicios de valor. Hoy ya podemos constatar las consecuencias de una aplicación social hecha sin ningún tipo de miramiento. Y nos sorprendemos de sus efectos. ¿no será una actitud hipócrita?
Pero también, mirándolo con otros ojos, es una señal de que la sociedad puede ver los efectos. Otras sociedades lo han hecho. Si pensamos que el gobierno alemán ha decidido premiar a quienes tienen más de tres hijos, cuando hasta hace poco se promocionaba el no nacimiento de más alemanes... vieron las consecuencias y cambiaron de rumbo. Esto es una esperanza para quienes vemos que aceptar la realidad de las personas siempre será un bien, hacer un juicio de valor positivo para el comportamiento de un grupo de personas e imponerlo obligatoriamente sobre todas tendrá efectos negativos, y por ello, no es un bien.
Detrás de todo esto hay que hacer consideraciones lógicas y filosóficas, si se quiere, para encontrar los por qué de todas estas cosas que vivimos y que viviremos en plazo muy corto. Que nos sirvan para reflexionar, aunque tengamos que llorar por lo que vemos, y tengamos el valor de saber reconocer que no todo lo que brilla es oro.
Las cosas están atemperadas porque si hubo consentimiento, y además, el menor dice ser gay, entonces ya no sería considerado tan grave. El periodista comentó que en ese caso es una opción que el chico hace y por lo tanto, no es un tema a considerar. Lo cierto es que la sociedad está conmovida, y la gente piensa que hay que cuidar a los chicos.
Yo me pregunto ¿de qué hay que cuidarlos? Los programas de educación pública introducen este tema de la elección sexual, en la cuestión de salud reproductiva se reparten profilácticos a chicos de 13 y 14 años, en los medios de comunicación social se exhiben películas ligeramente consideradas nocivas, porque restringirlas sería violar la libertad de expresión. En las comedias y demás programas de ese tipo de factura argentina, los adolescentes tienen relaciones íntimas y son tomadas como una escena más de la vida cotidiana. Las declaraciones públicas de muchos padres de familia apuntan a sostener que el problema real no son las relaciones íntimas que tienen sus hijas , sino la posibilidad de que queden embarazadas. En consecuencia, los varones pueden seguir su vida sexual como quieran, porque en definitiva no tienen de qué preocuparse, ellos no quedarán embarazados. Por otro lado, si el niño puede hacer una "opción sexual", entiende muy bien de qué se trata la condición de homosexualidad, y el deseo del otro sexo, ¿qué tendría de extraño que tuvieran relaciones íntimas? ¿No es la pubertad un momento de exploración? ¿va a quedar embarazado? No. ¿Por qué se consideraría que el menor es corrompido si está haciendo una elección sexual? ¿El tema se resolvería con que no haya habido video? En ese caso, el hecho quedaría en la intimidad de quienes lo realizaron, y probablemente, podrían continuar su relación con tranquilidad. Si los padres no saben nada, no importa por el momento. Es posible que el Estado apoye luego al chico que "hizo la opción" y pueda ayudar a los padres a aceptar esta realidad que tienen por delante aunque no les guste.
Un razonamiento lógico según la situación de este momento. Por ello me resultó extraño que el caso sea tomado como un caso grave de escándalo. La situación me inspiró el título. Si hay algo que verdaderamente hace a la realidad es cómo queremos verla. Mejor dicho, si algo determina cómo será la realidad es cómo la ordenamos.
Una porciòn importante de argentinos ha visto la necesidad de que los derechos de las personas se vean respetados. Cargamos con el fantasma de la represión. Ya un fantasma como lo mencionaba en otro artículo hace tiempo publicado. Pero también respondemos a una presión global para ponernos al día en un proceso ideológico dominante: el progresismo. Me dí cuenta de que esto es visto como un logro y un bien. Es evidente que quienes son homosexuales y quieren vivir de ese modo, la aprobación de sus costumbres ha sido recibido como un bien. Quienes consideran que tienen derecho a publicar lo que quieran sin ningún tipo de restricción, ni de contención social, también. Son los hechos, y los digo sin juicios de valor. Hoy ya podemos constatar las consecuencias de una aplicación social hecha sin ningún tipo de miramiento. Y nos sorprendemos de sus efectos. ¿no será una actitud hipócrita?
Pero también, mirándolo con otros ojos, es una señal de que la sociedad puede ver los efectos. Otras sociedades lo han hecho. Si pensamos que el gobierno alemán ha decidido premiar a quienes tienen más de tres hijos, cuando hasta hace poco se promocionaba el no nacimiento de más alemanes... vieron las consecuencias y cambiaron de rumbo. Esto es una esperanza para quienes vemos que aceptar la realidad de las personas siempre será un bien, hacer un juicio de valor positivo para el comportamiento de un grupo de personas e imponerlo obligatoriamente sobre todas tendrá efectos negativos, y por ello, no es un bien.
Detrás de todo esto hay que hacer consideraciones lógicas y filosóficas, si se quiere, para encontrar los por qué de todas estas cosas que vivimos y que viviremos en plazo muy corto. Que nos sirvan para reflexionar, aunque tengamos que llorar por lo que vemos, y tengamos el valor de saber reconocer que no todo lo que brilla es oro.
Etiquetas:
código civil,
corrupción,
democracia,
ideología,
moral sexual,
relativismo,
uniones gay,
VERDAD
jueves, 22 de noviembre de 2012
LA FE Y LA VERDAD
Otras veces he escrito sobre la fe y la razón, y es el tema
que ocupa mucho en nuestra relación con los no creyentes. Pero esta vez he
visto por los medios de comunicación un encarnizamiento en contra de la fe
católica, y particularmente centrado en ridiculizar o presentar una imagen
detestable de los contenidos de la fe y de la Iglesia misma.
Este propósito de ridiculización y de dar mala imagen, está
fundado en la mentira. Y si se funda en la mentira, dice a las claras que no
hay argumento suficiente para decir algo.
Pero aún así consideremos estos dos niveles de verdad que se
imponen a nuestra consideración. El primero es el de la verdad de los hechos de
los contenidos de la fe. Leía que se afirmaba en base a un trato sesgado del
libro del Génesis que Dios no quiere que conozcamos, que seamos ignorantes.
Luego, conocer sería oponerse a Dios, y eso sería un pecado. Por el contrario,
el relato de la Creación indica claramente la dignidad de la persona en una
semejanza con Dios que lo hace más cercano a El que todas las otras
creaturas. A la vez, le da el mandato de
“dominar la tierra”, poniéndolo en una actitud pro-creadora lo cual implica su
inteligencia y su capacidad de hacer fructificar esa obra de Dios con su propia
inteligencia. El conocimiento y el avance del hombre en todo lo que lo lleve a
crecer él mismo y a hacer dar fruto a la creación, es el mensaje que encierra
estas primeras páginas de las Sagradas Escrituras.
Como consecuencia, la ciencia, como desarrollo de este
mandato, es un bien del hombre y para nada puede ser considerado “un pecado”.
Algo absurdo. Pero aquí viene lo segundo: la verdad como la realidad a
descubrir.
En el relato del pecado, Dios les ha mandado a nuestros
primeros padres que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Este símbolo se refiere a sus adjetivos por cuanto las palabras anteriores
dicen “pueden comer de todos los vegetales que hay en el Jardín, yo se los doy”.
Entonces, no se trata de no comer del árbol simplemente, sino del árbol “del
conocimiento del bien y del mal”. El pecado está en querer determinar lo que es el bien y lo que es el mal. Lo que está bien y lo que está mal. Con esta determinación, el hombre quiere igualarse a Dios en lo que no es posible. El hombre, como creatura, depende de Dios. El Tentador le dice a Eva: "Dios sabe bien que si comen.... serán como dioses". Al pecar el hombre en su origen, lo que quiso es independizarse de Dios. Vivir sin El.
Nunca tan actual esta página bíblica, aún para los que quieren poner en ridículo la fe cristiana y el sentido del pecado. Esta es la otra mirada sobre la verdad. El conocimiento de la verdad es posible, pues Dios ha dado al hombre esa capacidad al hacerlo semejante a El. Inclusive el hombre desea conocer la verdad. Se apoya en ella en una búsqueda permanente. La ciencia positiva habla de esa búsqueda incesante, de esa capacidad. Pero el engaño está a la base de toda investigación cuando la ciencia quiere determinar por sí misma lo que está bien y lo que está mal por el sólo conocimiento científico empírico o por el conocimiento filosófico. Llega un punto en el que todo proceso de conocimiento se encontrará con un punto necesario de vínculo con el absoluto. Los ejemplos abundan.
El primero es la necesidad de la ética en la investigación científica. Todos los días vemos situaciones así: ¿es correcto clonar personas? La capacidad científica está cerca, pero ¿la dignidad humana lo hace aceptable? El conocimiento sobre el hombre tiene una influencia ideológica que en distintas circunstancias y en distintas épocas: hoy, por ejemplo, la ideología del igualitarismo, tan influyente, determina que no permitir a alguien determinadas capacidades para las cuales no están preparado es una discriminación. Aún cuando la investigación científica física y psicológica digan que una persona tiene capacidades naturales para esto o para aquello, la determinación ideológica será capaz de negarlo. De tal modo que la evidencia del conocimiento intelectual no necesariamente significa un arribo a la verdad. Hay siempre una frontera percibida como difusa donde se evidencia la necesidad de la referencia hacia un absoluto, y ese es el lugar de Dios. Ese es el lugar de la continua tentación del "serán como dioses". Allí es donde el cristianismo molesta porque habla de una limitación humana que muchos perciben como opresora. Así lo percibieron Adán y Eva.
Pero lejos de ser una opresión, el diálogo con el absoluto. La obediencia a este límite lábil de lo divino y lo humano, lleva al hombre a encontrarse con la verdad, y la verdad de las cosas y de sí mismo. Lo lleva a una humanización plena donde lo científico, y también lo ideológico pueden alcanzar aquello que buscan: el bien y la verdad.
Mentirnos nunca nos llevará a la verdad por una cuestión de lógica. La mentira es hoy la muletilla de los gobiernos que quieren sacar "su verdad" como sea. La mentira es el recurso de los ideólogos que quieren fundar sus propias afrmaciones sobre la descalificación mentirosa de lo que se les opone. Es claro que los influencia el "padre de la mentira" como llama Jesús a Satanás. Pero eso tampoco es visto por una obcecada negación de la evidencia del mal que lleva a muchos a actuar como si dijeran "la verdad soy yo".
Etiquetas:
cristianismo,
fe,
génesis,
ideología,
moral sexual,
NUEVA EVANGELIZACIÓN,
VERDAD
viernes, 12 de octubre de 2012
LOS TIEMPOS HAN CAMBIADO
Hemos iniciado el Año de la Fe. Como si la ficha me cayera, una serie de acontecimientos que fueron sumando me ha situado en una nueva realidad que comienza a armarse como las piezas de un rompecabezas.
Hace algunos años, no muchos, las modificaciones políticas en Europa, más, ante todo, las modificaciones sociales, eran afrontadas por los pastores de la Iglesia con un llamado "a reconocer las raíces cristianas de Europa"". Algo similar hacían los pares latinoamericanos. Con este llamado se pretendía evitar decisiones claramente opuestas a la cosmovisión cristiana que ha nutrido por siglos la vida de nuestros pueblos. Hoy ya no se usa semejante aseveración. Es anacrónica. Es verdad. ¿Para qué reclamar lo que en realidad ya no existe?¿A alguien se le moverá un pelo por las dichosas raíces? Sin que obste por esto creer con firmeza que no se debiera hacer un corte tan drástico y oponerse a lo mismo que ayudó a sustentar la historia y el progreso de los pueblos.
Hace unos días fuimos a Zárate, ciudad del norte bonaerense, y al pasar por la plaza encontramos en una de las esquinas un monumento al Che Guevara. Su icono clásico parece emerger del suelo. Está apenas a un metro de altura del nivel del suelo. Muy significativo. Yo lo ví brotar de la historia. Se presentó ante mi el recuerdo de aquellos años en los que su figura era poco menos que satánica, y el símbolo de la muerte. De hecho, su muerte fue considerada como un gran triunfo sobre el crimen político organizado, o más, sobre las ideologías que entonces querían imponerse en latinoamérica. ¡Hoy tiene monumento! ¡Quién te viera y quién te ve!
Sumemos algo, el triunfo de Chávez en Venezuela. El socialismo puro de un personaje carismático dispuesto a decir cualquier cosa de los demás. El festejo de su triunfo en Buenos Aires. La conmemoración de la creación de Montoneros hace unos meses y la reivindicación de las figuras que fueron el símbolo de la lucha armada, los secuestros y el terror del Paìs otrora. La coexistencia del gobierno electo y de grupos populistas con poder de decisiòn política y con apoyo económico.
Sumemos todo y veremos que estamos ante una nueva realidad donde se ve que para el cristiano la cosa no está "como era antes". Hasta el refrán fue superado.
No voy a hacer un análisis de la situaciòn de la Iglesia hacia adentro, pero señalo que también ese es un dato para la nueva realidad.
La queja ya no sirve. Ahora hay que descubrir dónde se apoyará la evangelización. Ya no tiene un marco político de fondo, no tiene un sustrato social arraigado, salvo situaciones puntuales. Es necesario seguir viviendo como somos, y aprender a disfrutarlo, a valorarlo. Descubrir el nuevo modo de presentar a Jesús. No está fácil. Pero hay que dejar de lamentarse, no perder tiempo y ponernos a pensar en el cómo evangeliaar, el qué ya lo sabemos y lo tenemos.
Etiquetas:
NUEVA EVANGELIZACIÓN
miércoles, 10 de octubre de 2012
ABORTO NO PUNIBLE
Ya la frase aparece negativa, y de verdad lo es. Una contraposición invitable lo está declamando: elegimos la muerte de alguien para que otro viva. A simple vista parece que la elección es lo que se plantea. Pero hay que ponerse del lado de los que piensan en la mujer embarazada. Y decirlo ya es comprenderlo. La mujer es el sustantivo y el embarazo es el adjetivo. El asunto pasa por cambiar la situación de una mujer. Este es el planteo para entender la postura a favor de un aborto no punible. La suerte de que se haya dejado la frase negativa delata de lejos que todos sabemos que es punible en alguna situación. Y si lo es en alguna, significa que lo es siempre, porque el objeto de la acción no es una cosa sino una persona.
Volvamos al adjetivo, embarazada. También se ve que la acción es de la mujer "estar embarazada". Es cierto, lo está. La hipocresía en que se transforma aquella "futura mamá" que pasa a ser "mujer embarazada"; aquella foto feliz de la ecografía donde todos los que lo celebran hacen mimos al "bebé" y que ahora es una mirada reclamadora de la infeliz situación de un feto que ha arruinado la vida de esta pobre mujer. Un cambio de sentimientos y de pensamientos en un tris. La misma mujer "que lucha por sus derechos", será mañana la feliz mamá que "hace mucho que esperaba esta noticia". La situación no es de lo que pasa sino de lo que se siente. Y aquí radica la razón sin razón.
Si antes lo científico importaba para decir que algo era verdadero y bueno, ahora ya no lo es. Aunque se haya demostrado por lejos que hay vida humana desde el primer instante de la concepción, eso ya no importa porque lo que hoy cuenta es la ideología. Es decir, cuentan las ideas, no las personas. A mi esto me ayuda a cerrar el por qué de las ideologías totalitarias, que en su esencia son todas lo mismo las dictaduras y el comunismo, el socialismo y las teocracias modernas. En todas hay un lider que se considera el sumum de la interpretación de la realidad, que es incriticable, que cierra medios de prensa, que mantiene a los pobres más pobres porque en realidad lucha por los pobres... con migajas. Y que decide que todo lo que las masas quieran está bien, siempre que lo apoyen. Y que fomenta la violencia como mecanismo de soporte de poder. A ese lider le rinden pleitesía todos los demás que danzan a su alrededor, también los supuestos opositores que son sólo oportunistas dispuestos a ganar cualquier espacio de poder. Pero ya me fui del tema, aunque no tan ajeno a lo que digo.
La ideología que manda determina que las decisiones de los individuos, sin compromisos con la realidad, con la verdad, con el bien común. Sin compromiso con los derechos humanos fundamentales, pero, contradictoriamente, por buscar y apoyar esos derechos humanos. Queriendo justicia "para todos", menos para los más indefensos. Luchando contra el dominio de los imperialistas, pero dejándose gobernar por las decisiones imperialistas de los nuevos grupos de poder que dictan decisiones de las organizaciones internacionales (como el protocolo del CEDAW).
La ideología ofusca la razón, impide ver la realidad, hay que repetirlo, y es fuente de crímenes tan incomprensibles como el asesinato de un niño indefenso a quien se acusa de ser una carga para su madre y se lo llama indeseado, y causa de graves trastornos para la mujer. A tal punto que el aborto, la muerte de esa persona humana, es un derecho de otra. Queda siempre en el aire la pregunta ¿puede la muerte de una persona ser un derecho de otra?
Volvamos al adjetivo, embarazada. También se ve que la acción es de la mujer "estar embarazada". Es cierto, lo está. La hipocresía en que se transforma aquella "futura mamá" que pasa a ser "mujer embarazada"; aquella foto feliz de la ecografía donde todos los que lo celebran hacen mimos al "bebé" y que ahora es una mirada reclamadora de la infeliz situación de un feto que ha arruinado la vida de esta pobre mujer. Un cambio de sentimientos y de pensamientos en un tris. La misma mujer "que lucha por sus derechos", será mañana la feliz mamá que "hace mucho que esperaba esta noticia". La situación no es de lo que pasa sino de lo que se siente. Y aquí radica la razón sin razón.
Si antes lo científico importaba para decir que algo era verdadero y bueno, ahora ya no lo es. Aunque se haya demostrado por lejos que hay vida humana desde el primer instante de la concepción, eso ya no importa porque lo que hoy cuenta es la ideología. Es decir, cuentan las ideas, no las personas. A mi esto me ayuda a cerrar el por qué de las ideologías totalitarias, que en su esencia son todas lo mismo las dictaduras y el comunismo, el socialismo y las teocracias modernas. En todas hay un lider que se considera el sumum de la interpretación de la realidad, que es incriticable, que cierra medios de prensa, que mantiene a los pobres más pobres porque en realidad lucha por los pobres... con migajas. Y que decide que todo lo que las masas quieran está bien, siempre que lo apoyen. Y que fomenta la violencia como mecanismo de soporte de poder. A ese lider le rinden pleitesía todos los demás que danzan a su alrededor, también los supuestos opositores que son sólo oportunistas dispuestos a ganar cualquier espacio de poder. Pero ya me fui del tema, aunque no tan ajeno a lo que digo.
La ideología que manda determina que las decisiones de los individuos, sin compromisos con la realidad, con la verdad, con el bien común. Sin compromiso con los derechos humanos fundamentales, pero, contradictoriamente, por buscar y apoyar esos derechos humanos. Queriendo justicia "para todos", menos para los más indefensos. Luchando contra el dominio de los imperialistas, pero dejándose gobernar por las decisiones imperialistas de los nuevos grupos de poder que dictan decisiones de las organizaciones internacionales (como el protocolo del CEDAW).
La ideología ofusca la razón, impide ver la realidad, hay que repetirlo, y es fuente de crímenes tan incomprensibles como el asesinato de un niño indefenso a quien se acusa de ser una carga para su madre y se lo llama indeseado, y causa de graves trastornos para la mujer. A tal punto que el aborto, la muerte de esa persona humana, es un derecho de otra. Queda siempre en el aire la pregunta ¿puede la muerte de una persona ser un derecho de otra?
Etiquetas:
Aborto,
democracia,
ley,
relativismo
sábado, 22 de septiembre de 2012
EL SEÑOR JESÚS, CASADO Y CON HIJOS
Parece increíble que ante la menor noticia científica, inmediatamente los medios se hacen eco reflotando las fantasías de Dan Brown y todo comentario que no tiene ningún fundamento para dar una "novedad" sobre el Señor Jesús.
Claro, el papiro pequeño que contiene una frase sobre la esposa de Jesús ya hace sacar las conclusiones a medio mundo: periodistas, comentadores, ateos y el verdulero de la esquina. Todos son biblistas ahora. Y algunos expertos en papirología.
Papiro con un texto de los Hechos de los Apóstoles |
¿Qué tiene de cierto el tema del papiro famoso? tiene de cierto que es auténtico, en cuanto pertenece al Siglo IV. O sea, ya cuatro siglos de vida de la Iglesia, con una gran maduración de la fe. En ese momento las iglesias del norte de Africa con san Agustín a la Cabeza y las de Europa con San Ambrosio, como hitos descollantes, habían crecido bastante en todo. Sobre todo en tradición y vivencia de la fe. O sea, Tradición en cuanto al conocimiento y experencia viva del sentir transmitido por las generaciones de cristianos. Sería muy extraño que a esas alturas se ignorase la existencia de una esposa del Señor. Menos en los orígenes, cuando ya la figura de la Virgen María es mencionada en la Escritura. Pero vamos en orden.
En las Escrituras se menciona, por ejemplo, la suegra de Pedro, con lo cual sabemos que Pedro es casado. Por su parte San Pablo dice que los que quieran casarse que lo hagan, aunque recomienda "quedarse como él", o sea, célibe. El tema es, ¿por qué habrían de ocultar un matrimonio de Jesús los escritores sagrados si esto no era un obstáculo para la obra del Señor? Al menos lo podemos pensar con toda certeza porque la novedad del Evangelio no tenía por malo que el Señor hubiese estado casado. Pero de hecho, por esos testimonios, sabemos que no fue así.
Al siglo IV, los escritos del Nuevo Testamento estaban muy bien definidos. Es cierto que existían entonces papiros por aquí y por allí. De hecho, los Evangelios se han compilado en base a esos escritos de papiros. De todos ellos, este actualmente descubierto desentona en sus contenidos, puesto que los que se utilizaron para la redacción del Evangelio tienen coherencia entre ellos. Esto, dicho de modo simple, es el criterio de autenticidad del escrito como inspirado o no. Más teniendo en cuenta la existencia de otros escritos llamados "apócrifos" (falsos) como ya lo fue bien sonado el Evangelio de Judas. Hay muchos más, nada más que la prensa hace famosos a algunos más interesantes. En conclusión, la aparición de un pequeño fragmento con una afirmación clara sobre un matrimonio de Jesús no necesariamente hace verdadero su contenido.
El Señor Jesús llamó también a las mujeres a ser sus discípulas. |
El papiro en cuestión también afirma de que esta mujer fue discípula del Señor. Con esto la conclusión, traída de los pelos, es que las mujeres pueden acceder al sacerdocio. De hecho, el Señor Jesús, siempre tuvo discípulas, rompiendo con las tradiciones judaicas de la época donde esto era inadmisible. Lo menciona expresamente el Cap. 7 del Evangelio de San Lucas, y hay muchos testimonios más. Pero ninguna de ellas fue elegida "apóstol", ni se les impuso las manos para que fuesen sacerdotisas. Tampoco en los siglos siguientes ni los apóstoles inmediatamente ni sus sucesores impusieron las manos a mujer alguna, siguiendo lo hecho por el Señor. Y así, la Iglesia, hasta hoy, ha considerado que no puede hacer algo que el Señor no quiso hacer en algo tan esencial como el ministerio sacerdotal, el cual no es simplemente una cuestión organizativa, sino una cuestión sacramental.
Resulta quizá interesante considerar que toda apreciación sobre la vida interna de la Iglesia que hacen los de afuera y algunos de adentro, se funda en un hecho de ruptura histórica que es inadmisible al hablar de la existencia misma de la Iglesia católica. Y esto debido a que su vida se funda en la tradición como parte del camino de la Revelación. La Iglesia es un misterio para sí misma, y su camino, es camino guiado por el Espíritu Santo; nunca una novedad que "se construye" por las tendencias del momento. Por supuesto, salvado el hecho de que la vida misma de la Iglesia en cada tiempo sigue los impulsos del Espíritu Santo, discerniendo la novedad del Evangelio en el momento presente sin prescindir del camino que el Señor le ha ido marcando a lo largo de los siglos.
martes, 5 de junio de 2012
SER IGLESIA EN TIEMPO REAL. EL HOY Y SUS DESAFÍOS
+ Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristobal de las Casas, México
HECHOS
La reciente destitución del director del banco del Vaticano y la
filtración de documentos reservados al Papa, que reflejan posibles
irregularidades internas, han dado lugar a que algunos se solacen
desacreditando la autoridad moral que tiene nuestra Iglesia y a que
personas débiles en su fe desconfíen, duden y se alejen. Sufrimos burlas
y descalificaciones, que se suman al descrédito por los vergonzosos
crímenes de pederastia clerical. Cuando inculquemos valores evangélicos o
denunciemos el pecado, nos van a echar en cara estos hechos; los que no
quieren reconocer sus fallas ni convertirse, se defienden aludiendo
tanto a errores innegables del pasado, como a situaciones actuales nada
coherentes con la fe.
En todas partes y en todas las instancias de autoridad, recibimos
documentos de toda índole; por ejemplo, unos a favor de un sacerdote, y
otros en contra. Nuestro deber pastoral es escuchar, analizar y tomar
decisiones; pero si se divulgan sólo las opiniones desfavorables, no hay
objetividad. En el caso de la Santa Sede, es normal que al Papa le
lleguen escritos de toda clase, para que tenga suficiente información y
decida lo pertinente; pero no por el hecho de que le lleguen denuncias y
se divulguen, ya por eso todas son verídicas y justas. Muchas veces el
escándalo se basa en hechos no comprobados.
CRITERIOS
Que hay pecado en la Iglesia, es inocultable; así ha sido siempre,
dada la condición humana de quienes la integramos, de fieles y
jerarquía. Esto no es privativo de la católica, sino que existe en las
más diversas denominaciones religiosas. En días recientes, visitando un
centro penitencial, los internos me informaron que fue detenido un
pastor protestante quien, bajo la apariencia de llevar la Palabra de
Dios, introducía droga al penal. Otro más, que despotricaba contra los
“católicos borrachos”, ahora está recluido en un centro de
rehabilitación para alcohólicos. El pecado, pues, existe en toda la
humanidad. Esto no es para autojustificarse, pues el pecado siempre es
reprobable y hay que luchar contra él. Todos los días, al empezar la
Misa, reconocemos nuestra condición de pecadores y pedimos perdón.
La Biblia nos ilumina. Caín no toleraba que su hermano Abel fuera
mejor, y lo mató. El rey Saúl no soportaba que David fuera más exitoso, y
trató de eliminarlo. La envidia y la ambición de poder corroen el
corazón humano. Los apóstoles, escogidos por Jesús, peleaban entre sí
por los primeros puestos; uno de ellos se dejó corromper por sus
ambiciones personales. San Pablo advertía a los creyentes de Galacia:
“Háganse servidores los unos de los otros por amor. Porque toda la ley
se resume en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero
si ustedes se muerden y devoran mutuamente, acabarán por destruirse…
Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta del hombre:
las enemistades, los pleitos, las rivalidades, las rencillas, las
divisiones, las discordias, las envidias…; quienes hacen estas cosas, no
conseguirán el Reino de Dios… Si vivimos según el Espíritu, obremos
también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los
unos a los otros y envidiándonos mutuamente” (Gál 5,13-26).
Ha dicho el Papa: “La Iglesia no existe para sí misma, no es el punto
de llegada, sino que debe remitir más allá de sí misma, hacia lo alto,
por encima de nosotros. La Iglesia es verdaderamente ella misma en la
medida en que deja transparentar al Otro”; es decir, a Jesucristo; sin
embargo, “nuestras divisiones hacen que nuestro testimonio de Cristo sea
menos luminoso”. Pero, “a pesar de los problemas y la trágica realidad
de las persecuciones, la Iglesia no se desalienta”.
PROPUESTAS
Yo creo que Jesús sigue vivo en esta su Iglesia, fundada por El, a
pesar de sus limitaciones. Te invito a madurar en tu fe y en tu amor, a
buscar a Jesús en tu comunidad de creyentes, en los pobres, en los
sacramentos y en tus ministros, máxime en el Papa, y no alejarte ni
desanimarte por nuestras fallas. Ayúdanos, con tu oración y tus
consejos, a purificarnos y santificarnos, para que seamos un sacramento
vivo de Jesús.
Etiquetas:
corrupción,
fe,
Iglesia,
Papa,
relativismo,
Vaticano
lunes, 21 de mayo de 2012
MORIR DIGNAMENTE ES VIVIR DIGNAMENTE
Pero no al revés. Léanlo y verán que la frase queda patética. Aquí, curiosamente, el sujeto no puede intercambiarse con el predicado. Sí. No estamos hechos para la muerte. Aunque vivimos un mundo absolutamente contradictorio. Por una parte están las personas que se esterilizan para no tener más hijos, y no por motivos de salud. Y por otro están las que buscan métodos artificiales de fecundación. Por una parte están los que luchan por el derecho a decidir de las mujeres; y para esos mismos, están las mujeres que no tienen derecho a decidir porque como están en el vientre de la madre aún, no se lo preguntan. Por un lado están los que no quieren morir y por otro los que sí quieren hacerlo. Por un lado se crean organismos para prevenir el suicidio de las personas, y por otro se planifican leyes para que la gente se pueda suicidar.
La discusión que publicaron los diarios días pasados sobre la "muerte digna" no fue más que una ensalada de puntos de vista donde más parecen privar los sentimientos. Siempre los sentimientos, nunca la razón. Es cierto que el dolor de muchas personas merece ser respetado y mucho. Pero también es cierto que los sentimientos no lo son todo. Parece que no podemos entenderlo. Por sentimientos se aprobó el pseudomatrimonio homosexual; por sentimientos se promueve el aborto, el cual necesita el apoyo de las estadísticas (las cuales en nuestro País no son un punto de referencia de la realidad) para avalar una decisión previamente tomada. Se habla de casi medio millón de mujeres que mueren por aborto clandestino. ¿Y el medio millón de niñas y niños que mueren por ese mismo motivo a la misma vez? La diferencia está en que esas mujeres que murieron por abortar lo hicieron porque eligieron la muerte de sus hijos, mientras que los hijos nunca decidieron nada. ¿Puede alguien decidir sobre la muerte de otro para salvar la propia vida? ¿Puede una madre decidir la muerte de su hijo para salvar la suya? ¿Es lógico tener una asistencia social para no morir en el aborto y asegurarse de que el niño quede bien muerto?
Todo tiene que tener un dato científico, y si este no conviene, estadístico. El dato científico ya ha probado ampliamente la existencia de la vida humana desde el primer momento de la concepción. Pero para el tema aborto este dato no conviene. Entonces recurramos a las estadísticas y las usemos como conviene. Propongo usarlas del otro lado: hay medio millón de muertes de niños por abortos clandestinos. Mejoremos la asistencia a las madres embarazadas; propongamos encarcelamiento para los padres que inducen, u obligan o abandonan a la mujer que embarazaron. ¿No es terrible que el feminismo luche por el derecho a abortar y no se oponga al machismo que abandona a la mujer cuando se embarazó? Parece que para ambos el niño es una molestia. Lo cierto que es más conveniente inducir a la mujer a abortar, a sobrellevar el síndrome post aborto y a matar al niño; todo eso es más conveniente que cuidar a una mujer embarazada, asistirla psicológicamente o materialmente para que pueda llevar adelante su embarazo y parto; o recibir ese niño abandonado y buscarle un hogar.
La discusión que publicaron los diarios días pasados sobre la "muerte digna" no fue más que una ensalada de puntos de vista donde más parecen privar los sentimientos. Siempre los sentimientos, nunca la razón. Es cierto que el dolor de muchas personas merece ser respetado y mucho. Pero también es cierto que los sentimientos no lo son todo. Parece que no podemos entenderlo. Por sentimientos se aprobó el pseudomatrimonio homosexual; por sentimientos se promueve el aborto, el cual necesita el apoyo de las estadísticas (las cuales en nuestro País no son un punto de referencia de la realidad) para avalar una decisión previamente tomada. Se habla de casi medio millón de mujeres que mueren por aborto clandestino. ¿Y el medio millón de niñas y niños que mueren por ese mismo motivo a la misma vez? La diferencia está en que esas mujeres que murieron por abortar lo hicieron porque eligieron la muerte de sus hijos, mientras que los hijos nunca decidieron nada. ¿Puede alguien decidir sobre la muerte de otro para salvar la propia vida? ¿Puede una madre decidir la muerte de su hijo para salvar la suya? ¿Es lógico tener una asistencia social para no morir en el aborto y asegurarse de que el niño quede bien muerto?
Todo tiene que tener un dato científico, y si este no conviene, estadístico. El dato científico ya ha probado ampliamente la existencia de la vida humana desde el primer momento de la concepción. Pero para el tema aborto este dato no conviene. Entonces recurramos a las estadísticas y las usemos como conviene. Propongo usarlas del otro lado: hay medio millón de muertes de niños por abortos clandestinos. Mejoremos la asistencia a las madres embarazadas; propongamos encarcelamiento para los padres que inducen, u obligan o abandonan a la mujer que embarazaron. ¿No es terrible que el feminismo luche por el derecho a abortar y no se oponga al machismo que abandona a la mujer cuando se embarazó? Parece que para ambos el niño es una molestia. Lo cierto que es más conveniente inducir a la mujer a abortar, a sobrellevar el síndrome post aborto y a matar al niño; todo eso es más conveniente que cuidar a una mujer embarazada, asistirla psicológicamente o materialmente para que pueda llevar adelante su embarazo y parto; o recibir ese niño abandonado y buscarle un hogar.
Etiquetas:
Aborto,
eutanasia,
Muerte digna
sábado, 19 de mayo de 2012
TENEMOS ESPERANZA
El mundo parece seguir siendo de los necios. Pero me confunden las cosas como se desenvuelven. En mi País tenemos grandes exposiciones culturales que llaman la atención de miles de ciudadanos, y a la vez, a pocas cuadras ocurre una manifestación armada por quienes quieren manejar el poder con la imagen, más allá otros luchan por una igualdad de oportunidades para tantos carenciados que no tienen la posibilidad de una educación que les permite buscar horizontes más altos. Pero a la vez se declama una igualdad que permitirá a quienes no encuentran el rumbo de la vida, seguir sin encontrarlo, pero bien convencidos de que han progresado porque han adquirido un derecho.
Se reparten masivamente computadores. Prece que hemos alcanzado una excelencia en la educación. pero los niños siguen preparando sus "investigaciones" copiando y pegando de internet muchos datos que jamás leerán. El acseso a la tecnología se confunde con una posibilidad real de progreso cultural. ¿lo es?
La misma ciencia parece plantearse como un hito de crecimiento y maduración de los pueblos. Pero la ciencia, como ya lo comenté y ahora más, no es ni siquiera el referente para pensar en una visión del hombre. Ser varón o mujer, aunque lo demuestre la biología, la psicología y la anatomía, es una creación cultural. ¿qué tal? Se acabó el mito de la ciencia.
Pero este es el mundo que aparece y desaparece. que vemos surgir en pocos años de historia y lo vemos desaparecer. Los que ayer eran los villanos hoy son los héroes, y mañana será al revés. Mientras tanto miramos hacia el horizonte de donde viene la luz para sentir y vivir el que no estamos en este devenir de la historia como juguetes al son de los poderosos. Somos un resto de humanidad que sostiene con la vida lo que seguirá siendo la fuente de donde renacerá el hombre y que sostendrá en el momento de la caída, a la gente, a los valores a las cosas que siguen diciendo que somos seres humanos y que valemos mucho. Somos la Iglesia.
Se reparten masivamente computadores. Prece que hemos alcanzado una excelencia en la educación. pero los niños siguen preparando sus "investigaciones" copiando y pegando de internet muchos datos que jamás leerán. El acseso a la tecnología se confunde con una posibilidad real de progreso cultural. ¿lo es?
La misma ciencia parece plantearse como un hito de crecimiento y maduración de los pueblos. Pero la ciencia, como ya lo comenté y ahora más, no es ni siquiera el referente para pensar en una visión del hombre. Ser varón o mujer, aunque lo demuestre la biología, la psicología y la anatomía, es una creación cultural. ¿qué tal? Se acabó el mito de la ciencia.
Pero este es el mundo que aparece y desaparece. que vemos surgir en pocos años de historia y lo vemos desaparecer. Los que ayer eran los villanos hoy son los héroes, y mañana será al revés. Mientras tanto miramos hacia el horizonte de donde viene la luz para sentir y vivir el que no estamos en este devenir de la historia como juguetes al son de los poderosos. Somos un resto de humanidad que sostiene con la vida lo que seguirá siendo la fuente de donde renacerá el hombre y que sostendrá en el momento de la caída, a la gente, a los valores a las cosas que siguen diciendo que somos seres humanos y que valemos mucho. Somos la Iglesia.
Etiquetas:
Iglesia,
relativismo,
renovación
viernes, 18 de mayo de 2012
RENOVAR LA IGLESIA
¿Cómo vivir los tiempos presentes? Como católicos tenemos que asimilar un estilo de vida que para nada nos favorece. Pero a decir verdad no es distinto de lo que le tocó a los primeros cristianos. Basta leer los capítulos 5 al 7 de la Primera Carta a los Corintios para darse cuenta. Den esos hechos saco que tenemos que estrechar filas. Y aquí está el verdadero desafío.,
Tampoco se nos escapa la desobediencia de muchos católicos que quieren aggiornarse a las decisiones presentes de legislación, que está siendo lo más notable de los cambios. Sumemos a los grupos grandes de la Iglesia, también liderado por Obispos que no tienen una comunión tan plena con el Papa, y silencian muchas cosas que nos afectan en lo más profundo, dándose el gusto de criticar ácidamente al ministerio episcopal en comunión con la Sede de Pedro.
Vivir la unidad de la Iglesia y estrechar filas, será difícil. Tampoco esto se escapó a la vivencia de los Apóstoles. Volvamos a San Pablo que fue tratado bastante mal por los Corintios y que escuchó del Señor que se quedara en Corinto, cuando recién empezaba a evangelizar porque allí el Señor tenía un pueblo elegido. Para adelante las situaciones se multiplican. Las luchas de la Iglesia hasta el siglo V que hicieron surgir grandes maestros de la fe, pero que tuvieron que enfrentarse con luchas doctrinales que no fueron "luchas de escritorio". La Iglesia, como siempre, salió fortalecida de aquellos duros combates. Y siempre volvió a la fuente: la unidad en torno al Sucesor de Pedro, sobre quien el Señor edificó su Iglesia. ¿dónde están los que pensaron que tenían la verdad en sus manos? ¿dónde los que atacaron al Papa entonces? ¿Dónde están los seguidores de los maniqueos, de los docetistas, de los cátaros, los albigenses? Ya no existen porque sus teorías tan encarnizadamente defendidas en torno a la supuesta razón, fundados en sus teólogos y no en el misterio de la unidad de la Iglesia iluminada por el Espíritu Santo no estaba en ellos.
La unidad comenzará por esta fidelidad a la Iglesia de siempre, la que cada día experimenta la fragilidad propia y le fidelidad del Señor en una humanidad transfigurada por la Pascua. Sigamos haciendo la Historia.
Tampoco se nos escapa la desobediencia de muchos católicos que quieren aggiornarse a las decisiones presentes de legislación, que está siendo lo más notable de los cambios. Sumemos a los grupos grandes de la Iglesia, también liderado por Obispos que no tienen una comunión tan plena con el Papa, y silencian muchas cosas que nos afectan en lo más profundo, dándose el gusto de criticar ácidamente al ministerio episcopal en comunión con la Sede de Pedro.
Vivir la unidad de la Iglesia y estrechar filas, será difícil. Tampoco esto se escapó a la vivencia de los Apóstoles. Volvamos a San Pablo que fue tratado bastante mal por los Corintios y que escuchó del Señor que se quedara en Corinto, cuando recién empezaba a evangelizar porque allí el Señor tenía un pueblo elegido. Para adelante las situaciones se multiplican. Las luchas de la Iglesia hasta el siglo V que hicieron surgir grandes maestros de la fe, pero que tuvieron que enfrentarse con luchas doctrinales que no fueron "luchas de escritorio". La Iglesia, como siempre, salió fortalecida de aquellos duros combates. Y siempre volvió a la fuente: la unidad en torno al Sucesor de Pedro, sobre quien el Señor edificó su Iglesia. ¿dónde están los que pensaron que tenían la verdad en sus manos? ¿dónde los que atacaron al Papa entonces? ¿Dónde están los seguidores de los maniqueos, de los docetistas, de los cátaros, los albigenses? Ya no existen porque sus teorías tan encarnizadamente defendidas en torno a la supuesta razón, fundados en sus teólogos y no en el misterio de la unidad de la Iglesia iluminada por el Espíritu Santo no estaba en ellos.
La unidad comenzará por esta fidelidad a la Iglesia de siempre, la que cada día experimenta la fragilidad propia y le fidelidad del Señor en una humanidad transfigurada por la Pascua. Sigamos haciendo la Historia.
Etiquetas:
Iglesia,
relativismo,
renovación
domingo, 13 de mayo de 2012
HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA
Siguiendo el razonamiento de los Senadores, el sólo diálogo en el Senado crea una sensación de inseguridad tan grande como la ley aprobada. Hay muchas dudas sobre cómo seguirá la historia. Yo me pongo a pensar en las viejitas que vemos en los geriátricos y a quienes acercamos a Jesús Eucaristía. ¡Con cuánta lucidez lo reciben y no parecen tener ninguna diferencia entre los sentimientos nuestros ante el misterio Eucarístico y los de esas personas que parecen totalmente perdidas de la realidad. Otro tanto es la maravillosa experiencia de aquellos que reciben el Sacramento de la Unción de los enfermos en situación terminal y no sólo salen de ese estado comatoso sino que llegan a la salud completa. Y eso no me lo contaron. Lo viví más de una vez me sigo alegrando del misterio de la vida humana que no puede quedar reducida a una consideración práctica sobre el sufrimiento humano.
Me imagino los cientos de ciudadanos argentinos que pensarán en situaciones similares vividas desde sus experiencias de amor incuestionables, irrepetibles. Si de experiencias se trata, claro.
Pero aún así, aunque yo no tuviera esas experiencias ni nadie más lo hiciera, ¿seríamos por eso autorizados a disponer de la vida de otro? ¿Es más, estamos autorizados a disponer del fin de la vida propia? Como siempre ha pasado en nuestra Argentina eufemista (y nunca pensé que este adjetivo llegara a tener tanto uso práctico) se utilizan estas mismas frases para llenarnos la cabeza de falacias (juicios falsos) Acostumbrémonos a estas palabras para poder discernir las cosas como son, porque últimamente son más usuales de lo que parecen.
Sí. Se quiere identificar el provocar la muerte como una consideración de derecho humano. Para justificarlo se dice que la muerte también forma parte de la vida (chocolate por la noticia). Todavía más audazmente y falazmente se dice que vivir es un mandato social y por lo tanto por qué no cambiarlo por el morir que al fin y al cabo son realidades de la vida. Si el espíritu de muerte ha llegado a nuestra sociedad, ha logrado escalar hasta el lugar mismo de la custodia del bien social.
Pero digamos las cosas claras para no hablar de algo que suponemos. La nueva ley llamada de la "muerte digna" es similar en sus motivaciones a la pretendida ley del aborto. El derecho a decidir. Nada más que aquí tiene dos vertientes muy delicadas: la decisión del que sufre y quiere morir, y la decisión de los parientes que también tienen poder de decisión sobre su pariente que sufre. Desde este segundo punto de vista esta ley de la muerte digna es similar a la pretendida ley del aborto: se trata de que una persona tiene derecho a matar a otra para no sufrir ella. Es más, la consideración es la decisión de que el que vamos a matar deje de sufrir. Así lo plantean quienes argumentan el aborto en casos de pobreza, o de familias numerosas. ASí lo plantean quienes dicen que están cansados de ver sufrir a su ser querido y es mejor dejarlo morir. No puedo evitar pensar en aquellos lugares donde se tiene a perros en estado calamitoso y a nadie se les ocurriría sacrificarlos, sino que los cuidan hasta el final de sus vidas, ¡hasta cambiándoles pañales! Disculpas por los que son sensibles a estos seres irracionales, pero me hace sentir muy mal que no se tenga el mismo sentimiento de compasión por el ser racional. Y dentro de todas las cosas anormales que vemos, tener que decir esto es la consecuencia de la decadencia social en la que estamos sumergidos.
Son varios los puntos de consideración que hay que hacer sobre esta nueva ley nefasta de nuestro País. Pero ahora sólo consideraré algunos.
Aparece como una motivación importante que nuestro País se ponga a la altura de las exigencias de la ONU, que se encuentra abocada a la reingeniería social para diseñar un sistema de Países donde los individuos hayan perdido en lo posible toda su capacidad de ser sociedad para ser simples individuos, lo cual hará que el sentido de Nación desparezca para dar lugar a una humanidad amorfa y perfectamente gobernable. Considerar la ONU como la referente del bien social de nuestro País es una nueva forma de colonialismo y de sometimiento a una superpotencia ideológica. La profundización de los derechos humanos que se propone la ONU con, incluso sanciones a los países que no se someten a sus disposiciones sobre hechos soberanos, es hoy mucho más incidente y peligroso como recurso de dominio sobre las naciones y su autonomía. No cabe duda de que la manipulacion de los medios de comunicación, de la información y el manejo de un sector social que pretende una anarquía social, son los causantes de esta revuelta de valores que impide el desarrollo del País en lo que hace a factores decisivos de su vida presente y futura.
Resulta que morirse es un derecho. No creo que alguien se le ocurra conculcarlo. ¿Habrá alguien capaz de negarle el morir a alguien? No conozco ningún inmortal que camine por las calles de nuestro País reclamando que se atienda "su derecho". ASí aparece el argumento, pero claramente después, a la hora de las consideraciones no se atiende a este otro hecho fundamental: la vida es un don recibido del que no podemos disponer. Digo yo, cuando un adolescente se quiere suicidar, ¿salen los padres a evitarlo sólo porque lo quieren o por la misma vida del adolescente? Pues aquí, esta nueva ley no apunta a cuidar al que padece el mal sino al que lo observa desde afuera. Es para proteger del sufrimiento a quien ve el dolor de otro. Es mejor no verlo, es mejor no sufrir por él. Mejor vamos a decir que es más compasivo que él no sufra, así que lo dejemos morir. Dejar morir no es amar. Ayudar a vivir dignamente es amar.
Me imagino los cientos de ciudadanos argentinos que pensarán en situaciones similares vividas desde sus experiencias de amor incuestionables, irrepetibles. Si de experiencias se trata, claro.
Pero aún así, aunque yo no tuviera esas experiencias ni nadie más lo hiciera, ¿seríamos por eso autorizados a disponer de la vida de otro? ¿Es más, estamos autorizados a disponer del fin de la vida propia? Como siempre ha pasado en nuestra Argentina eufemista (y nunca pensé que este adjetivo llegara a tener tanto uso práctico) se utilizan estas mismas frases para llenarnos la cabeza de falacias (juicios falsos) Acostumbrémonos a estas palabras para poder discernir las cosas como son, porque últimamente son más usuales de lo que parecen.
Sí. Se quiere identificar el provocar la muerte como una consideración de derecho humano. Para justificarlo se dice que la muerte también forma parte de la vida (chocolate por la noticia). Todavía más audazmente y falazmente se dice que vivir es un mandato social y por lo tanto por qué no cambiarlo por el morir que al fin y al cabo son realidades de la vida. Si el espíritu de muerte ha llegado a nuestra sociedad, ha logrado escalar hasta el lugar mismo de la custodia del bien social.
Pero digamos las cosas claras para no hablar de algo que suponemos. La nueva ley llamada de la "muerte digna" es similar en sus motivaciones a la pretendida ley del aborto. El derecho a decidir. Nada más que aquí tiene dos vertientes muy delicadas: la decisión del que sufre y quiere morir, y la decisión de los parientes que también tienen poder de decisión sobre su pariente que sufre. Desde este segundo punto de vista esta ley de la muerte digna es similar a la pretendida ley del aborto: se trata de que una persona tiene derecho a matar a otra para no sufrir ella. Es más, la consideración es la decisión de que el que vamos a matar deje de sufrir. Así lo plantean quienes argumentan el aborto en casos de pobreza, o de familias numerosas. ASí lo plantean quienes dicen que están cansados de ver sufrir a su ser querido y es mejor dejarlo morir. No puedo evitar pensar en aquellos lugares donde se tiene a perros en estado calamitoso y a nadie se les ocurriría sacrificarlos, sino que los cuidan hasta el final de sus vidas, ¡hasta cambiándoles pañales! Disculpas por los que son sensibles a estos seres irracionales, pero me hace sentir muy mal que no se tenga el mismo sentimiento de compasión por el ser racional. Y dentro de todas las cosas anormales que vemos, tener que decir esto es la consecuencia de la decadencia social en la que estamos sumergidos.
Son varios los puntos de consideración que hay que hacer sobre esta nueva ley nefasta de nuestro País. Pero ahora sólo consideraré algunos.
Aparece como una motivación importante que nuestro País se ponga a la altura de las exigencias de la ONU, que se encuentra abocada a la reingeniería social para diseñar un sistema de Países donde los individuos hayan perdido en lo posible toda su capacidad de ser sociedad para ser simples individuos, lo cual hará que el sentido de Nación desparezca para dar lugar a una humanidad amorfa y perfectamente gobernable. Considerar la ONU como la referente del bien social de nuestro País es una nueva forma de colonialismo y de sometimiento a una superpotencia ideológica. La profundización de los derechos humanos que se propone la ONU con, incluso sanciones a los países que no se someten a sus disposiciones sobre hechos soberanos, es hoy mucho más incidente y peligroso como recurso de dominio sobre las naciones y su autonomía. No cabe duda de que la manipulacion de los medios de comunicación, de la información y el manejo de un sector social que pretende una anarquía social, son los causantes de esta revuelta de valores que impide el desarrollo del País en lo que hace a factores decisivos de su vida presente y futura.
Resulta que morirse es un derecho. No creo que alguien se le ocurra conculcarlo. ¿Habrá alguien capaz de negarle el morir a alguien? No conozco ningún inmortal que camine por las calles de nuestro País reclamando que se atienda "su derecho". ASí aparece el argumento, pero claramente después, a la hora de las consideraciones no se atiende a este otro hecho fundamental: la vida es un don recibido del que no podemos disponer. Digo yo, cuando un adolescente se quiere suicidar, ¿salen los padres a evitarlo sólo porque lo quieren o por la misma vida del adolescente? Pues aquí, esta nueva ley no apunta a cuidar al que padece el mal sino al que lo observa desde afuera. Es para proteger del sufrimiento a quien ve el dolor de otro. Es mejor no verlo, es mejor no sufrir por él. Mejor vamos a decir que es más compasivo que él no sufra, así que lo dejemos morir. Dejar morir no es amar. Ayudar a vivir dignamente es amar.
Etiquetas:
eutanasia,
Iglesia,
Muerte digna
sábado, 5 de mayo de 2012
jueves, 1 de marzo de 2012
COMENZÓ LA CUARESMA. Tiempo especial de fe.
Será que me toca vivir en una sociedad donde el secularismo, aquel olvido de la fe se ha devorado la significación de la liturgia como ritmo de la vida interior, que me siento motivado a vivir los valores más fuertes de nuestra fe cristiana.
El inicio de la Curesma ha perdido su valor vinculante con la fe. Y digo esto porque el común de los cristianos le da más importancia a muchas otras cuestiones culturales y a nuevos símbolos religiosos que a este que pertenece a lo más profundo del acervo cristiano. El carnaval, el inicio de clases, las vacaciones o el fin de las vacaciones, y, en nuestra zona bonaerense, los "finde" y su infaltable descanso. Todo eso pauta y le da sentido a los días del común de los bautizados. Podría pensar que si el miércoles de cenizas fuese feriado habría más cristianos en la Misa; pero pienso que mejor no, no vaya a ser que sea motivo de un finde más largo. O peor un tremendo asado de media semana.
Acabo de leer que el Papa propone que tengamos una fe positiva y propositiva, más que a la defensiva o en la queja. Pero lo que digo es sólo una constatación. Esta es otra de las tantas que ya Juan Pablo II nos llamaba a ver con claridad y que el Documento de Aparecida termina de afirmar con fuerza: no podemos suponer un pueblo cristiano formado. Es necesaria una nueva evangelización.
Si la nueva evangelización supone una novedosa manera de vivir el cristianismo, no hay que pensar en este otro error: que tengamos que tirar todo por la borda y empezar de cero. El valor de los tiempos litúrgicos es una de esas cosas que tienen su valor perenne. Siempre serán buenos porque son un lugar de fe más que de organización. Los gestos de Cuaresma y el tiempo de gracia que de hecho es, se expresan concretamente en este llamado a la oración, el ayuno y la limosna. Un pequeño gesto de cada cosa tiene un valor inmenso porque testimonia que los cristianos vivimos el tiempo cronológico como Kairós; que vivimos esta época como un verdadero tiempo de Dios, preparándonos para la gran fiesta de la Pascua.
Uno de los textos más lindos citados en la Liturgia de la Palabra en la Cuaresma es la predicación de Jonás y la consecuente conversión de los ninivitas. Ellos entendieron el llamado a la conversión y comprendieron el poder de la oración y la penitencia. Esto no lo entiende el mundo, pero lo podemos entender perfectamente nosotros que estamos en el mundo sin ser del mundo. Podemos mover el corazón de nuestro Padre Dios, podemos vivir intensamente el peso de la Redención que cargó Nuestro Señor, podemos ser empujados por el Espíritu Santo a la vivencia intensa de la fe como victoria sobre la tentación.
¿Dónde me voy a situar? Pongo delante de mi a San Pablo y su capacidad de mirar la realidad como una posibilidad de evangelización. Y esa es la cuestión para la fe cristiana.
Hay un mundo sediento de signos religiosos. Han aparecido muchísimos signos que tienen la característica de ser vistosos (cintas de colores, velas de colores, medallas
El inicio de la Curesma ha perdido su valor vinculante con la fe. Y digo esto porque el común de los cristianos le da más importancia a muchas otras cuestiones culturales y a nuevos símbolos religiosos que a este que pertenece a lo más profundo del acervo cristiano. El carnaval, el inicio de clases, las vacaciones o el fin de las vacaciones, y, en nuestra zona bonaerense, los "finde" y su infaltable descanso. Todo eso pauta y le da sentido a los días del común de los bautizados. Podría pensar que si el miércoles de cenizas fuese feriado habría más cristianos en la Misa; pero pienso que mejor no, no vaya a ser que sea motivo de un finde más largo. O peor un tremendo asado de media semana.
Acabo de leer que el Papa propone que tengamos una fe positiva y propositiva, más que a la defensiva o en la queja. Pero lo que digo es sólo una constatación. Esta es otra de las tantas que ya Juan Pablo II nos llamaba a ver con claridad y que el Documento de Aparecida termina de afirmar con fuerza: no podemos suponer un pueblo cristiano formado. Es necesaria una nueva evangelización.
Si la nueva evangelización supone una novedosa manera de vivir el cristianismo, no hay que pensar en este otro error: que tengamos que tirar todo por la borda y empezar de cero. El valor de los tiempos litúrgicos es una de esas cosas que tienen su valor perenne. Siempre serán buenos porque son un lugar de fe más que de organización. Los gestos de Cuaresma y el tiempo de gracia que de hecho es, se expresan concretamente en este llamado a la oración, el ayuno y la limosna. Un pequeño gesto de cada cosa tiene un valor inmenso porque testimonia que los cristianos vivimos el tiempo cronológico como Kairós; que vivimos esta época como un verdadero tiempo de Dios, preparándonos para la gran fiesta de la Pascua.
Uno de los textos más lindos citados en la Liturgia de la Palabra en la Cuaresma es la predicación de Jonás y la consecuente conversión de los ninivitas. Ellos entendieron el llamado a la conversión y comprendieron el poder de la oración y la penitencia. Esto no lo entiende el mundo, pero lo podemos entender perfectamente nosotros que estamos en el mundo sin ser del mundo. Podemos mover el corazón de nuestro Padre Dios, podemos vivir intensamente el peso de la Redención que cargó Nuestro Señor, podemos ser empujados por el Espíritu Santo a la vivencia intensa de la fe como victoria sobre la tentación.
¿Dónde me voy a situar? Pongo delante de mi a San Pablo y su capacidad de mirar la realidad como una posibilidad de evangelización. Y esa es la cuestión para la fe cristiana.
Hay un mundo sediento de signos religiosos. Han aparecido muchísimos signos que tienen la característica de ser vistosos (cintas de colores, velas de colores, medallas
Etiquetas:
Cuaresma
viernes, 10 de febrero de 2012
VIVIR LA FE EN TIEMPOS DE ATEÍSMO
Bueno, ¡cuándo no hubo ateos! Su existencia es la prueba más clara del pecado original. Aquel alejamiento de Dios que impide al hombre encontrar su propia identidad y lo vuelve tan pagado de sí mismo que elabora inmediatamente una imagen reducida de sí y sometida a sus propias creaciones: la ciencia, el decurso de la vida misma, la indiferencia, las ideologías, los odios, las utopías, la técnica, etc.
Me pongo a pensar en los muchos momentos anteriores vividos en la historia como fenómenos ateos y me doy cuenta que aunque haya mucha novedad en el modo de ateísmo actual, no difiere en su esencia en aquel reclamo de independencia del hombre respecto de Dios, y aquel sueño utópico del hombre viviendo sólo de sus creaciones y sus pensamientos.
Pero esto no significa desentenderme como creyente de la realidad del ateísmo actual. No podré nunca llegar hasta el corazón de los que no creen por mis solas fuerzas, pero sí podré ofrecerle la oportunidad a todos de saber que alguien ha encontrado una razón para vivir que va más allá de las propias aspiraciones, y que es un motor de vida que va generando una incesante renovación de las cosas, que involucra todo lo que se vive y que no se queda en un parche sino en una realidad que devuelve siempre la esperanza.
Aunque parezca increíble, los ateos nos están haciendo un bien enorme. Y qué curioso, ellos nos hacen más bien que aquellos que creen en otro Dios, no el de Jesús. Inclusive nos hacen más bien que aquellos que creen en Jesús, pero no el de los Apóstoles.
El primer bien que nos hacen es no darnos tregua en la búsqueda de la autenticidad, y nos exigen dar nuevos pasos de conversión. El segundo es que nos obligan a buscar creativamente nuevos modos de evangelización. El tercero es que nos ayudan a descubrir y a quitarles oportunidad a los "falsos hermanos", como llama San Benito en su Regla a los que abrazan la vida religiosa pero que no quieren hacer otra cosa que su propia voluntad. Desde esta consideración me siento agradecido; claro, también dolido. Me encantaría que no tuvieran nada que decir respecto de la honestidad y la pureza de nuestra fe. Reconozco que hay algo que nunca llegarán a comprender porque justamente no tienen oportunidad de tener un Otro frente a ellos.
Me explico. Una gran desilusión que conduce a la incredulidad es el pecado del otro. Para el no creyente, el mal del hombre corresponde con su naturaleza de modo inseparable e irremediable. El malo es malo siempre, y el bueno es disculpable siempre. Es disculpable porque no quiere jugar a bueno, sino que se reconoce malo y obra el mal "sinceramente". Esa es la resolución que el ateo encuentra a su inevitable comprobación del mal. ¡Atención! Es importante que los malos sean los otros; o al menos los más malos. Así se puede justificar la propia existencia y la propia acción. El asunto es que.... hay Otro.
Este Otro es Dios. Mi conciencia no tiene ya en sí su propia medida. Hay Otro que juzga, hay Otro en quien verdaderamente no puedo hallar sombra de mal, y por ello tengo con quien confrontarme. Pero si este es Supremo y puro Bien, entonces no puedo confrontarme, y menos cambiar. Sucede que no sólo es Dios, sino que también se hizo hombre como nosotros,por eso puedo acercarme y sentirme identificado. Por eso puedo decir que quiero ser como él. Y por eso no puedo compararme con otros sino con él, con Jesús. La distancia se achica porque él es frágil como yo, y no me alejo de él por mi miseria, porque él es misericordioso.
Esta es la respuesta, la necesaria respuesta al pesimismo ateo. Dios ha triunfado haciéndose hombre. El hombre ha alcanzado a Dios y la miseria del hombre no es un obstáculo. Dios no miente y el hombre tampoco. Podemos entrar en la santidad de Dios y vivirla con toda intensidad... pero no como Dios la vive en su eternidad. Mientras caminamos, la vivimos en el misterio de la cruz. La verdad es que ponerme a descifrar ese misterio en un artículo me llevaría muchísimo tiempo. Sólo la gran contradicción entre eternidad y muerte, santidad y miseria, fin de todas las cosas y comienzo de una vida nueva resumen lo que es la cruz, donde la vida se resuelve sin caer en la desesperación o la utopía.
He descubierto en estos días este nudo que ata el Cielo con la tierra, la santidad con el pecado, la realidad con las ideas, el hombre con Dios. La cruz le dice al ateo que es cierto, que somos miserables y merecedores de lo mismo que hacemos. Le dice que tiene razón cuando ve la humanidad tan incoherente, tan llena de imposibilidades de bien, e incluso imposible de vida. Y también le dice que estando en tan mala e indefensa situación le queda un sólo camino, ineludible: entregarse. ¿A qué? El ateo radical se entregará a la nada. De ese no nos ocupemos, porque tampoco él cuestionará a Dios, ¿cómo cuestionar la existencia de lo que no existe? Es un absurdo para la razón. Entonces nos quedan los ateos que se preocupan del mal que la religión le hace al hombre. Esos son los que buscan el bien, y si lo buscan, lo encontrarán. Bien, entonces, ¿qué respuesta tengo para su búsqueda? Lo siento, tengo que decirles que tengo sólo una, la misma que para ustedes es la razón de su falta de fe: la Cruz.
Porque la Cruz también es el lugar donde tocamos el límite de nuestra posibilidad de responder, y por ello, donde comienza la respuesta que tiene que dar otro. Ahí, donde nos queda sólo entregarnos, aparecen las manos tendidas de Dios. Sólo él puede darnos vida. Dándosela a Jesús, nos la da a nosotros. Porque de El ha tomado la humanidad entregada en el silencio de la muerte y ha hecho de esa humanidad limitada, incoherente, paradójica, su misma Palabra. Dios nos habla en el hombre, sí. Y en aquel hombre del cual desesperamos está la auténtica respuesta que el mismo ateo busca. Ups! Volvimos al punto de partida. Pero hay una diferencia entre el ateo y el creyente: el ateo piensa que frente a la humanidad no tiene ya nada más que decir; el creyente piensa que frente a la humanidad tiene que hacer silencio para escuchar.
Ese es el paso de la fe.
Me pongo a pensar en los muchos momentos anteriores vividos en la historia como fenómenos ateos y me doy cuenta que aunque haya mucha novedad en el modo de ateísmo actual, no difiere en su esencia en aquel reclamo de independencia del hombre respecto de Dios, y aquel sueño utópico del hombre viviendo sólo de sus creaciones y sus pensamientos.
Pero esto no significa desentenderme como creyente de la realidad del ateísmo actual. No podré nunca llegar hasta el corazón de los que no creen por mis solas fuerzas, pero sí podré ofrecerle la oportunidad a todos de saber que alguien ha encontrado una razón para vivir que va más allá de las propias aspiraciones, y que es un motor de vida que va generando una incesante renovación de las cosas, que involucra todo lo que se vive y que no se queda en un parche sino en una realidad que devuelve siempre la esperanza.
Aunque parezca increíble, los ateos nos están haciendo un bien enorme. Y qué curioso, ellos nos hacen más bien que aquellos que creen en otro Dios, no el de Jesús. Inclusive nos hacen más bien que aquellos que creen en Jesús, pero no el de los Apóstoles.
El primer bien que nos hacen es no darnos tregua en la búsqueda de la autenticidad, y nos exigen dar nuevos pasos de conversión. El segundo es que nos obligan a buscar creativamente nuevos modos de evangelización. El tercero es que nos ayudan a descubrir y a quitarles oportunidad a los "falsos hermanos", como llama San Benito en su Regla a los que abrazan la vida religiosa pero que no quieren hacer otra cosa que su propia voluntad. Desde esta consideración me siento agradecido; claro, también dolido. Me encantaría que no tuvieran nada que decir respecto de la honestidad y la pureza de nuestra fe. Reconozco que hay algo que nunca llegarán a comprender porque justamente no tienen oportunidad de tener un Otro frente a ellos.
Me explico. Una gran desilusión que conduce a la incredulidad es el pecado del otro. Para el no creyente, el mal del hombre corresponde con su naturaleza de modo inseparable e irremediable. El malo es malo siempre, y el bueno es disculpable siempre. Es disculpable porque no quiere jugar a bueno, sino que se reconoce malo y obra el mal "sinceramente". Esa es la resolución que el ateo encuentra a su inevitable comprobación del mal. ¡Atención! Es importante que los malos sean los otros; o al menos los más malos. Así se puede justificar la propia existencia y la propia acción. El asunto es que.... hay Otro.
Este Otro es Dios. Mi conciencia no tiene ya en sí su propia medida. Hay Otro que juzga, hay Otro en quien verdaderamente no puedo hallar sombra de mal, y por ello tengo con quien confrontarme. Pero si este es Supremo y puro Bien, entonces no puedo confrontarme, y menos cambiar. Sucede que no sólo es Dios, sino que también se hizo hombre como nosotros,por eso puedo acercarme y sentirme identificado. Por eso puedo decir que quiero ser como él. Y por eso no puedo compararme con otros sino con él, con Jesús. La distancia se achica porque él es frágil como yo, y no me alejo de él por mi miseria, porque él es misericordioso.
Esta es la respuesta, la necesaria respuesta al pesimismo ateo. Dios ha triunfado haciéndose hombre. El hombre ha alcanzado a Dios y la miseria del hombre no es un obstáculo. Dios no miente y el hombre tampoco. Podemos entrar en la santidad de Dios y vivirla con toda intensidad... pero no como Dios la vive en su eternidad. Mientras caminamos, la vivimos en el misterio de la cruz. La verdad es que ponerme a descifrar ese misterio en un artículo me llevaría muchísimo tiempo. Sólo la gran contradicción entre eternidad y muerte, santidad y miseria, fin de todas las cosas y comienzo de una vida nueva resumen lo que es la cruz, donde la vida se resuelve sin caer en la desesperación o la utopía.
La Fe nos reúne en una familia |
Porque la Cruz también es el lugar donde tocamos el límite de nuestra posibilidad de responder, y por ello, donde comienza la respuesta que tiene que dar otro. Ahí, donde nos queda sólo entregarnos, aparecen las manos tendidas de Dios. Sólo él puede darnos vida. Dándosela a Jesús, nos la da a nosotros. Porque de El ha tomado la humanidad entregada en el silencio de la muerte y ha hecho de esa humanidad limitada, incoherente, paradójica, su misma Palabra. Dios nos habla en el hombre, sí. Y en aquel hombre del cual desesperamos está la auténtica respuesta que el mismo ateo busca. Ups! Volvimos al punto de partida. Pero hay una diferencia entre el ateo y el creyente: el ateo piensa que frente a la humanidad no tiene ya nada más que decir; el creyente piensa que frente a la humanidad tiene que hacer silencio para escuchar.
Ese es el paso de la fe.
viernes, 3 de febrero de 2012
AÑO DE LA FE: una nueva oportunidad
Pasó desapercibido, pero el 25 de enero pasado se cumplieron 54 años de aquel mismo día de 1958 cuando el Papa Juan XXIII anunciaba su decisión de convocar a un Concilio Ecuménico en la la Basílica de San Pablo extramuros. Ese fue el puntapie inicial de una historia que se encuentra en un punto álgido. Quién lo hubiera pensado.
Cincuenta y cuatro años parece un tiempo suficiente para que lo que se ve en un Concilio tome cuerpo y se asiente. Parece que no es así.
Retrotrayéndonos un poco, se sabe que aquel momento histórico del anuncio del Concilio fue mal tomado por los Cardenales de entonces. Ellos debían ser los principales colaboradores del Papa sobre el asunto. El inicio fue duro para Juan XXIII. Cuáles eran sus motivaciones. Quedaron plasmadas luego en la Constitución Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual. Este documento que emanó de los más de 2300 obispos reunidos en el Vaticano para dialogar, guiados por el Espíritu Santo, tiene una visión del mundo y su situación que sigue teniendo actualidad. Sin duda que estos cambios acelerados que los padres conciliares veían en el mundo los empujaba a querer poner a la Iglesia a la altura de la situación. Los historiadores dicen, sin embargo, que esas conclusiones no eran del todo el pensamiento del Papa Juan. No es de extrañar. Un profeta no tiene tan claro lo que significa la obra de Dios para adelante. Le toca la misión de comenzar lo que el Espíritu de Dios llevará adelante a posteriori.
Los cambios del mundo que tan elocuentemente el Concilio vivía y avisoraba realmente superaron todas las espectativas. Desde hace dos décadas al presente ya se hablaba de un Concilio Vaticano III. Pero a todas luces se ve que hubiera sido catastrófico realizarlo. La actual situación de la Iglesia y el mundo harían imposible pensar en la posibilidad de aunar criterios en torno a algo. Además, ¿haría falta?.
Si alguien mira a la Iglesia en su conjunto puede afirmar que no tiene aquella estructura hegemónica de antaño. Pero también puede sorprenderse de la variedad de riquezas y también de pensamientos que en ella se alberga. Las cosas han llegado a un punto de tensión importante. Pero también las cosas han llegado a un punto de reflexión común y verdaderamente católica: las conferencias episcopales, los sínodos de los Obispos, los Movimientos son fuentes de catolicidad y fermento de orientaciones maravillosas. No obstante la obstinación de muchos grupos y sectores de la Iglesia que se empeñan en querer ser los auténticos intérpretes de lo que el Espíritu Santo quiere para el Pueblo de Dios.
No hay que descartar en la visión de la Iglesia actual esos últimos grupos. Son factores de crecimiento y de detenimiento. Lo primero porque asumen puntos de referencia significativos aunque pocas veces llegan a reflexiones auténticamente católicas. En el afán de tener "la punta del ovillo" y en una tenaz desconfianza del Magisterio ordinario de los obispos; y más aún, del Magisterio ordinario del Papa; se autoerigen en los intèrpretes autorizados de la realidad eclesial, y aún más, de la realidad de Dios mismo. Aunque no se lo proponen, terminan siendo útiles a los detractores de la fe.
Hay que sumar algo saludable: la información abierta de todas las acciones eclesiales está llevando a una purificación mayor de la Iglesia. Con sus riesgos, las renuncias y medidas disciplinarias, sumadas a los tristes escándalos para los fieles y también para los infieles, están ayudando a una purificación de la Iglesia que el mismo Concilio no pudo lograr hasta la fecha. ¡Y cuánto lo hubiera querido! Tal parece que esta era una de las vetas inspiradoras para el Papa Juan XXIII.
Resulta difícil una valoración suficiente. Personalmente me asustan aquellos que asumen posturas tan claras en un momento de tanta oscuridad. Digo tan claras porque interpretan los hechos con una seguridad que los hace poco creíbles. Me asombra la serenidad del Papa a la vez que la firmeza de su pensamiento. Me asombra la audacia de su comportamiento. Me asusta la actitud del "volver para atrás" de muchos. La gran tentación de que lo seguro era antes. Me asustan los grupos que critican descaradamente al Concilio Vaticano II porque piensan que "arruinó a la Iglesia". ¡La gran ruina es no creer en el Espíritu Santo! ¡La gran ruina es desconfiar del Magisterio de los Obispos en comunión con el Papa! Si negásemos este Concilio tenemos que negar todos, tenemos que negar la fe. ¿Cómo puede el crítico ponerse en el lugar de Dios para decir, tan suelto de cuerpo, que él sabe lo que está mal y lo que está bien? ¿Sabe más que los más de 2400 obispos del mundo reunidos en comunión con el Papa?
No cabe duda de que si lo piensa así, ha perdido el sentido de la catolicidad, aparte del sentido común. Este es un punto importante en el Año de la Fe. Catolicidad no es igual a democracia ni a monarquía. Catolicidad es comunión de fe en un Cuerpo orgánico asistido por el Espíritu Santo.
No cabe duda de que si el crítico deplora a la Iglesia actual, ha perdido el sentido de la fe en la Iglesia. Si la Iglesia se ha vuelto para el crítico en un objeto histórico anacrónico, y su organización nada más que un pesado andamiaje que le impide a la "verdadera Iglesia" surgir; ya no tiene más que aceptar que ha salido de la Iglesia Católica.
Quiero sumarme a los católicos que creemos en nuestra fe. Sencillamente eso. Que no nos escandaliza el pecado de los bautizados, cualquiera sea su lugar en la Iglesia. Que nos duele profundamente, de verdad, todo el mal que muchos pueden hacer. Que queremos ser para la Iglesia un lugar de fe y de serena confianza, aunque sabemos que nosotros mismos somos en muchas oportunidades, los que actuamos contra la Iglesia. Que confiamos en el Espíritu Santo y estamos agradecidos por todo el bien que nos ha hecho en estos 54 años desde aquella inspiración profética del Concilio Vaticano II.
Con sentido común, espero que las orientaciones del Concilio Vaticano II vuelvan a tomar su lugar para que la Iglesia rejuvenezca en el presente. Así será. Lo sé. Porque Jesús es fiel.
Una Sesión del Concilio Vaticano II |
Retrotrayéndonos un poco, se sabe que aquel momento histórico del anuncio del Concilio fue mal tomado por los Cardenales de entonces. Ellos debían ser los principales colaboradores del Papa sobre el asunto. El inicio fue duro para Juan XXIII. Cuáles eran sus motivaciones. Quedaron plasmadas luego en la Constitución Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual. Este documento que emanó de los más de 2300 obispos reunidos en el Vaticano para dialogar, guiados por el Espíritu Santo, tiene una visión del mundo y su situación que sigue teniendo actualidad. Sin duda que estos cambios acelerados que los padres conciliares veían en el mundo los empujaba a querer poner a la Iglesia a la altura de la situación. Los historiadores dicen, sin embargo, que esas conclusiones no eran del todo el pensamiento del Papa Juan. No es de extrañar. Un profeta no tiene tan claro lo que significa la obra de Dios para adelante. Le toca la misión de comenzar lo que el Espíritu de Dios llevará adelante a posteriori.
Los cambios del mundo que tan elocuentemente el Concilio vivía y avisoraba realmente superaron todas las espectativas. Desde hace dos décadas al presente ya se hablaba de un Concilio Vaticano III. Pero a todas luces se ve que hubiera sido catastrófico realizarlo. La actual situación de la Iglesia y el mundo harían imposible pensar en la posibilidad de aunar criterios en torno a algo. Además, ¿haría falta?.
Si alguien mira a la Iglesia en su conjunto puede afirmar que no tiene aquella estructura hegemónica de antaño. Pero también puede sorprenderse de la variedad de riquezas y también de pensamientos que en ella se alberga. Las cosas han llegado a un punto de tensión importante. Pero también las cosas han llegado a un punto de reflexión común y verdaderamente católica: las conferencias episcopales, los sínodos de los Obispos, los Movimientos son fuentes de catolicidad y fermento de orientaciones maravillosas. No obstante la obstinación de muchos grupos y sectores de la Iglesia que se empeñan en querer ser los auténticos intérpretes de lo que el Espíritu Santo quiere para el Pueblo de Dios.
No hay que descartar en la visión de la Iglesia actual esos últimos grupos. Son factores de crecimiento y de detenimiento. Lo primero porque asumen puntos de referencia significativos aunque pocas veces llegan a reflexiones auténticamente católicas. En el afán de tener "la punta del ovillo" y en una tenaz desconfianza del Magisterio ordinario de los obispos; y más aún, del Magisterio ordinario del Papa; se autoerigen en los intèrpretes autorizados de la realidad eclesial, y aún más, de la realidad de Dios mismo. Aunque no se lo proponen, terminan siendo útiles a los detractores de la fe.
Hay que sumar algo saludable: la información abierta de todas las acciones eclesiales está llevando a una purificación mayor de la Iglesia. Con sus riesgos, las renuncias y medidas disciplinarias, sumadas a los tristes escándalos para los fieles y también para los infieles, están ayudando a una purificación de la Iglesia que el mismo Concilio no pudo lograr hasta la fecha. ¡Y cuánto lo hubiera querido! Tal parece que esta era una de las vetas inspiradoras para el Papa Juan XXIII.
Resulta difícil una valoración suficiente. Personalmente me asustan aquellos que asumen posturas tan claras en un momento de tanta oscuridad. Digo tan claras porque interpretan los hechos con una seguridad que los hace poco creíbles. Me asombra la serenidad del Papa a la vez que la firmeza de su pensamiento. Me asombra la audacia de su comportamiento. Me asusta la actitud del "volver para atrás" de muchos. La gran tentación de que lo seguro era antes. Me asustan los grupos que critican descaradamente al Concilio Vaticano II porque piensan que "arruinó a la Iglesia". ¡La gran ruina es no creer en el Espíritu Santo! ¡La gran ruina es desconfiar del Magisterio de los Obispos en comunión con el Papa! Si negásemos este Concilio tenemos que negar todos, tenemos que negar la fe. ¿Cómo puede el crítico ponerse en el lugar de Dios para decir, tan suelto de cuerpo, que él sabe lo que está mal y lo que está bien? ¿Sabe más que los más de 2400 obispos del mundo reunidos en comunión con el Papa?
Detalle de la puerta de la Basílica de San Pedro. |
No cabe duda de que si lo piensa así, ha perdido el sentido de la catolicidad, aparte del sentido común. Este es un punto importante en el Año de la Fe. Catolicidad no es igual a democracia ni a monarquía. Catolicidad es comunión de fe en un Cuerpo orgánico asistido por el Espíritu Santo.
No cabe duda de que si el crítico deplora a la Iglesia actual, ha perdido el sentido de la fe en la Iglesia. Si la Iglesia se ha vuelto para el crítico en un objeto histórico anacrónico, y su organización nada más que un pesado andamiaje que le impide a la "verdadera Iglesia" surgir; ya no tiene más que aceptar que ha salido de la Iglesia Católica.
Quiero sumarme a los católicos que creemos en nuestra fe. Sencillamente eso. Que no nos escandaliza el pecado de los bautizados, cualquiera sea su lugar en la Iglesia. Que nos duele profundamente, de verdad, todo el mal que muchos pueden hacer. Que queremos ser para la Iglesia un lugar de fe y de serena confianza, aunque sabemos que nosotros mismos somos en muchas oportunidades, los que actuamos contra la Iglesia. Que confiamos en el Espíritu Santo y estamos agradecidos por todo el bien que nos ha hecho en estos 54 años desde aquella inspiración profética del Concilio Vaticano II.
Con sentido común, espero que las orientaciones del Concilio Vaticano II vuelvan a tomar su lugar para que la Iglesia rejuvenezca en el presente. Así será. Lo sé. Porque Jesús es fiel.
jueves, 26 de enero de 2012
¿RELIGIÓN O DEMOCRACIA?
Este extraña la antinomia que el Sr. Osvaldo Bayer pone en su artículo publicado en Página 12 hace unas semanas atrás. Y digo extraño porque la antinomia que propone parece no coincidir con sus aspiraciones.
Partiendo de la gran decepción de los abusos tristemente vividos en la Iglesia católica, de los presentes en torno a las grandes religiones que atentan contra la dignidad de las mujeres, y otras de esa naturaleza; Bayer arriba a diversas conclusiones muy curiosas para cualquiera que siendo cristiano, tiene una cosmovisión tan diferente.
Algunos caballitos de batalla clásicos aparecen en su escrito: una visión pesimista del sentido del pecado; una conclusión utópica acerca del hambre en el mundo que desaparecería si las religiones funcionaran.
Su escrito no está fuera de la realidad de las cosas. Es tristísimo que no podamos tener una vida más testimonial en nuestra fe. Y es muy real todo lo que dice de los acontecimientos que perjudican la vida de tantas mujeres.
Pero la conclusión: las religiones deben desaparecer para dar lugar a la ciencia; es completamente descabellada. Con esta serie de argumentaciones pesimistas para dar lugar a una afirmación categórica se funda en el empirismo propio del cientificismo: lo que es demostrable es la verdad. En este caso, se demuestra que las religiones hacen el mal, luego, deben desaparecer. A esto le sigue que la ciencia, como hecho irrefutable de la verdad, es la solución a los males del mundo.
Está muy claro que no es así. Es una pena que desde la ciencia, el autor no plantee resolver el hambre del mundo; que la ciencia no ha podido resolver el problema de la contaminación ambiental; la ciencia no ha resuelto las guerras, ni la drogadicción, ni siquiera la comunicación. Con una técnica capaz de hacer dialogar a dos personas que se encuentren en lugares opuestos del mundo; la armonía entre los hombres, el diálogo, no ha logrado una comunión estable, ni la paz social. La ciencia, desarrollando el conocimiento del funcionamiento del cerebro humano hasta el detalle, la psicología y la psiquiatría, conociendo muchos misterios del alma humana, las estadísticas y las innumerables experiencias sobre el comportamiento humano, nunca dieron como resultado una mejor vivencia del amor humano, de la estabilidad matrimonial, del desarrollo personal.
Creer que la ciencia tendrá la última palabra sobre el bienestar y progreso del hombre es ya un antiguo y desgastado mito que pudo ser una motivación en tiempos antiguos, pero que hoy cae por su propia realidad.
¡Qué es lo que hice! ¿Ni religión ni ciencia?
Aquí vienen las otras cuestiones que están dichas en el escrito de Bayer: la religiòn es una invención del hombre para querer acercarse a Dios. Dicho pateticamente afirmado con mayor radicalidad por el Rabino Bergman en el comentario simpático que hace a la afirmación de Bayer: Dios no se ha revelado, no se ha dado a conocer. Luego, Bayer, por no hacer polémica, no comparte la alegre religiosidad de Bergman. pero no se da cuenta de que este Rabino no hace otra cosa que afirmar su propia conclusión y de un modo insosperchado: la verdad evoluciona; si ella evoluciona, entonces la ciencia tiene las puertas abiertas sin fin para hacernos crear la verdad. El bien del hombre será lo que él crea. Este es precisamente el abismo al que quiere llegar. Así el hombre necesitará de algo para poder orientar su presente: ¡la ciencia! ella nos dirá quiénes somos, qué está bien y qué está mal. Cuando la ciencia no tenga una respuesta clara, entonces podemos echar mano a las estadísticas. Estas nos dirán que lo que la mayoría hace, dice, piensa o sufre son la conclusión más tajante de la verdad.
Si sigo razonando, acabaré muy enredado, y los lectores más. Pero en este día de la conversión de San Pablo en que comencé a escribir este artículo, nuevamente la luz de la verdad a la que quiero conocer, que he recibido y que no puedo inventar, aparece delante de mi.
Cuando el antiguo Saulo, antes de su conversión, caminaba por Israel, tenía la verdad metida en su bolsillo, a Dios completamente definido en su experiencia, a las personas clasificadas en buenas y malas. Ese fue el abismo de su caída. Siempre estará la tentación de aferrar a Dios, de aferrar la verdad, de clasificar a las personas. Es curioso que Bayer haya hecho exactamente eso. Estas conclusiones, que parten de las experiencias, llevan inevitablemente al pesimismo sobre la realidad del hombre y a la búsqueda de una utopía. Pero llevan ante todo a la necesidad de liberar al hombre de toda responsabilidad y luego de toda culpabilidad sobre su presente. Los responsables son los otros. Los responsables son un grupo. Los culpables son los otros. Aquí, con este sentimiento surge la necesidad de liberarse del concepto del pecado.
Claro, el concepto de pecado que el Sr. Bayer maneja, está muy lejos del sentido de pecado que en la fe cristiana vivimos. El plantea el hecho del pecado como explicación última del mal del hombre. De hecho lo es así desde el punto de vista de la realidad que nos desborda: queriendo hacer el bien, hacemos el mal, nos dirá San Pablo. Y lo plantea sólo desde la culpa, como una fuga a la responsabilidad y al cambio. Esto no es así. El pecado es la causa más grande para que el hombre salga de sí mismo y vuelva a Dios. El pecado no es una respuesta a la realidad. El amor de Dios es la respuesta a la realidad del pecado. Es cierto que obramos mal y que eso se debe no a la maldad del hombre en sí, sino a la acción del Maligno que ha tocado al hombre, que fue hecho "muy bueno" desde el principio. Descubrir el pecado en el hombre es comenzar un camino de conversión, de cambio, que no se apoya en la ilusión de "otra cosa": la ciencia, la técnica, la filosofía, la meditación, etc. sino que se apoya en la búsqueda de la salvación, de la acción de Dios sobre el hombre. Esta acción de Dios sobre el hombre es Jesucristo, esta es la causa de la religión.
Entonces, la religión como búsqueda de Dios y de su voluntad, como búsqueda del reinado de Dios y no de los males del hombre, es un camino de bien que se enraíza en la acción misma de Dios y no en nuestras iniciativas. Es Dios quien ha buscado al hombre, se ha revelado, se ha dado a conocer. Y lo ha buscado por el hombre mismo, al extremo de encontrarlo haciéndose hombre como nosotros: Cristo.
Cuán fuertes suenan las palabras de San Pablo: "Nosotros predicamos a Cristo, y este crucificado. Escándalo para los judíios, necedad para los gentiles, pero para nosotros, fuerza y sabiduría de Dios". Es verdaderamente necio para hombres que piensan como Bayer, pensar que del hombre "pueda salir algo bueno", que pueda alcanzar la bondad, y qué menos, que pueda alcanzar la santidad. Pero es precisamente en el hombre donde Dios, que se reveló a sí mismo y reveló su voluntad, ha querido manifestar su presencia benévola.
Llegamos a la auténtica manifestación de religiosidad: el acto de fe. La fe que que es un salto por encima de la ciencia. Esto no quiere decir contradicción con la experiencia del hombre, sino comprensión de la experiencia humana. Una comprensión que le revela más allá de lo que toda ciencia podría darnos a conocer. Un hecho cognoscitivo más profundo que un saber intelectual. Un hecho que transforma la realidad del hombre, lo ilumina, lo introduce en la experiencia de la verdad. No podemos aferrar la verdad pero podemos encontrarla. No podemos hacerla caber en nuestro esquema mental completamente, pero podemos contemplarla. No podemos inventarla, pero podemos seguirla. No ha nacido de nosotros, ha venido a nosotros.
Desde esta fe comoprendemos que el mal del hombre, sea quien fuere el que lo comete, es su responsabilidad personal. Por ello, no la podemos transferir a circunstancias, historias o grupos. Ciertamente que los grupos humanos pueden tener una buena o mala finalidad. En definitiva, la bondad o maldad del presente de una persona o grupo, dependerá de su elección por el bien o por el mal. La elección del mal la llamamos pecado, en cuanto rompe la auténtica finalidad y naturaleza del hombre que fue creado para el bien, y rompe, ante todo, el vínculo vital con Dios como su meta y su fuente. Dios es el bien y la bondad, y unidos a él podemos vivirlos con plenitud como podemos en el camino de este mundo. Muy contrario concepto a la negación del ser que tan suelto de cuerpo hace el rabino Bergman en el comentario al título de Bayer. La bondad de Dios la experimentamos allí por la redención, es decir, por liberarnos de la culpa y llamarnos a una vida nueva. Esta vida nueva es posible, no sólo porque Cristo haya pagado nuestras culpas, sino porque ha creado en nosotros un hombre nuevo. La presencia de Dios en el hombre redimido es santificante: podemos ser buenos, podemos ser santos. Si no lo somos es porque no respondemos a esa realidad que somos y a la que estamos llamados.
Al pesimismo de Bayer le podemos oponer el optimismo realista de San Agustín: "¡Oh, feliz culpa, que mereció tan gran redentor!" Ante la miseria del hombre, la mano tendida de Dios nos ha levantado para construir con él, y nunca sin él, el mundo que soñamos porque él ha grabado en nosotros ese deseo y quiere llevarlo adelante. Aunque su sueño va más allá de lo que podemos pensar.
Si la religión se vuelve un obstáculo para el bien del hombre, es porque el hombre ha caricaturizado el proyecto de Dios. Cuánto más necesaria se hace una purificación de la religiosidad, para hacerla contemplativa, receptiva del don de Dios, testigo de la obra divina.
Partiendo de la gran decepción de los abusos tristemente vividos en la Iglesia católica, de los presentes en torno a las grandes religiones que atentan contra la dignidad de las mujeres, y otras de esa naturaleza; Bayer arriba a diversas conclusiones muy curiosas para cualquiera que siendo cristiano, tiene una cosmovisión tan diferente.
Algunos caballitos de batalla clásicos aparecen en su escrito: una visión pesimista del sentido del pecado; una conclusión utópica acerca del hambre en el mundo que desaparecería si las religiones funcionaran.
Su escrito no está fuera de la realidad de las cosas. Es tristísimo que no podamos tener una vida más testimonial en nuestra fe. Y es muy real todo lo que dice de los acontecimientos que perjudican la vida de tantas mujeres.
Pero la conclusión: las religiones deben desaparecer para dar lugar a la ciencia; es completamente descabellada. Con esta serie de argumentaciones pesimistas para dar lugar a una afirmación categórica se funda en el empirismo propio del cientificismo: lo que es demostrable es la verdad. En este caso, se demuestra que las religiones hacen el mal, luego, deben desaparecer. A esto le sigue que la ciencia, como hecho irrefutable de la verdad, es la solución a los males del mundo.
Está muy claro que no es así. Es una pena que desde la ciencia, el autor no plantee resolver el hambre del mundo; que la ciencia no ha podido resolver el problema de la contaminación ambiental; la ciencia no ha resuelto las guerras, ni la drogadicción, ni siquiera la comunicación. Con una técnica capaz de hacer dialogar a dos personas que se encuentren en lugares opuestos del mundo; la armonía entre los hombres, el diálogo, no ha logrado una comunión estable, ni la paz social. La ciencia, desarrollando el conocimiento del funcionamiento del cerebro humano hasta el detalle, la psicología y la psiquiatría, conociendo muchos misterios del alma humana, las estadísticas y las innumerables experiencias sobre el comportamiento humano, nunca dieron como resultado una mejor vivencia del amor humano, de la estabilidad matrimonial, del desarrollo personal.
Creer que la ciencia tendrá la última palabra sobre el bienestar y progreso del hombre es ya un antiguo y desgastado mito que pudo ser una motivación en tiempos antiguos, pero que hoy cae por su propia realidad.
¡Qué es lo que hice! ¿Ni religión ni ciencia?
Aquí vienen las otras cuestiones que están dichas en el escrito de Bayer: la religiòn es una invención del hombre para querer acercarse a Dios. Dicho pateticamente afirmado con mayor radicalidad por el Rabino Bergman en el comentario simpático que hace a la afirmación de Bayer: Dios no se ha revelado, no se ha dado a conocer. Luego, Bayer, por no hacer polémica, no comparte la alegre religiosidad de Bergman. pero no se da cuenta de que este Rabino no hace otra cosa que afirmar su propia conclusión y de un modo insosperchado: la verdad evoluciona; si ella evoluciona, entonces la ciencia tiene las puertas abiertas sin fin para hacernos crear la verdad. El bien del hombre será lo que él crea. Este es precisamente el abismo al que quiere llegar. Así el hombre necesitará de algo para poder orientar su presente: ¡la ciencia! ella nos dirá quiénes somos, qué está bien y qué está mal. Cuando la ciencia no tenga una respuesta clara, entonces podemos echar mano a las estadísticas. Estas nos dirán que lo que la mayoría hace, dice, piensa o sufre son la conclusión más tajante de la verdad.
Si sigo razonando, acabaré muy enredado, y los lectores más. Pero en este día de la conversión de San Pablo en que comencé a escribir este artículo, nuevamente la luz de la verdad a la que quiero conocer, que he recibido y que no puedo inventar, aparece delante de mi.
Cuando el antiguo Saulo, antes de su conversión, caminaba por Israel, tenía la verdad metida en su bolsillo, a Dios completamente definido en su experiencia, a las personas clasificadas en buenas y malas. Ese fue el abismo de su caída. Siempre estará la tentación de aferrar a Dios, de aferrar la verdad, de clasificar a las personas. Es curioso que Bayer haya hecho exactamente eso. Estas conclusiones, que parten de las experiencias, llevan inevitablemente al pesimismo sobre la realidad del hombre y a la búsqueda de una utopía. Pero llevan ante todo a la necesidad de liberar al hombre de toda responsabilidad y luego de toda culpabilidad sobre su presente. Los responsables son los otros. Los responsables son un grupo. Los culpables son los otros. Aquí, con este sentimiento surge la necesidad de liberarse del concepto del pecado.
Claro, el concepto de pecado que el Sr. Bayer maneja, está muy lejos del sentido de pecado que en la fe cristiana vivimos. El plantea el hecho del pecado como explicación última del mal del hombre. De hecho lo es así desde el punto de vista de la realidad que nos desborda: queriendo hacer el bien, hacemos el mal, nos dirá San Pablo. Y lo plantea sólo desde la culpa, como una fuga a la responsabilidad y al cambio. Esto no es así. El pecado es la causa más grande para que el hombre salga de sí mismo y vuelva a Dios. El pecado no es una respuesta a la realidad. El amor de Dios es la respuesta a la realidad del pecado. Es cierto que obramos mal y que eso se debe no a la maldad del hombre en sí, sino a la acción del Maligno que ha tocado al hombre, que fue hecho "muy bueno" desde el principio. Descubrir el pecado en el hombre es comenzar un camino de conversión, de cambio, que no se apoya en la ilusión de "otra cosa": la ciencia, la técnica, la filosofía, la meditación, etc. sino que se apoya en la búsqueda de la salvación, de la acción de Dios sobre el hombre. Esta acción de Dios sobre el hombre es Jesucristo, esta es la causa de la religión.
Entonces, la religión como búsqueda de Dios y de su voluntad, como búsqueda del reinado de Dios y no de los males del hombre, es un camino de bien que se enraíza en la acción misma de Dios y no en nuestras iniciativas. Es Dios quien ha buscado al hombre, se ha revelado, se ha dado a conocer. Y lo ha buscado por el hombre mismo, al extremo de encontrarlo haciéndose hombre como nosotros: Cristo.
Cuán fuertes suenan las palabras de San Pablo: "Nosotros predicamos a Cristo, y este crucificado. Escándalo para los judíios, necedad para los gentiles, pero para nosotros, fuerza y sabiduría de Dios". Es verdaderamente necio para hombres que piensan como Bayer, pensar que del hombre "pueda salir algo bueno", que pueda alcanzar la bondad, y qué menos, que pueda alcanzar la santidad. Pero es precisamente en el hombre donde Dios, que se reveló a sí mismo y reveló su voluntad, ha querido manifestar su presencia benévola.
Llegamos a la auténtica manifestación de religiosidad: el acto de fe. La fe que que es un salto por encima de la ciencia. Esto no quiere decir contradicción con la experiencia del hombre, sino comprensión de la experiencia humana. Una comprensión que le revela más allá de lo que toda ciencia podría darnos a conocer. Un hecho cognoscitivo más profundo que un saber intelectual. Un hecho que transforma la realidad del hombre, lo ilumina, lo introduce en la experiencia de la verdad. No podemos aferrar la verdad pero podemos encontrarla. No podemos hacerla caber en nuestro esquema mental completamente, pero podemos contemplarla. No podemos inventarla, pero podemos seguirla. No ha nacido de nosotros, ha venido a nosotros.
Desde esta fe comoprendemos que el mal del hombre, sea quien fuere el que lo comete, es su responsabilidad personal. Por ello, no la podemos transferir a circunstancias, historias o grupos. Ciertamente que los grupos humanos pueden tener una buena o mala finalidad. En definitiva, la bondad o maldad del presente de una persona o grupo, dependerá de su elección por el bien o por el mal. La elección del mal la llamamos pecado, en cuanto rompe la auténtica finalidad y naturaleza del hombre que fue creado para el bien, y rompe, ante todo, el vínculo vital con Dios como su meta y su fuente. Dios es el bien y la bondad, y unidos a él podemos vivirlos con plenitud como podemos en el camino de este mundo. Muy contrario concepto a la negación del ser que tan suelto de cuerpo hace el rabino Bergman en el comentario al título de Bayer. La bondad de Dios la experimentamos allí por la redención, es decir, por liberarnos de la culpa y llamarnos a una vida nueva. Esta vida nueva es posible, no sólo porque Cristo haya pagado nuestras culpas, sino porque ha creado en nosotros un hombre nuevo. La presencia de Dios en el hombre redimido es santificante: podemos ser buenos, podemos ser santos. Si no lo somos es porque no respondemos a esa realidad que somos y a la que estamos llamados.
Al pesimismo de Bayer le podemos oponer el optimismo realista de San Agustín: "¡Oh, feliz culpa, que mereció tan gran redentor!" Ante la miseria del hombre, la mano tendida de Dios nos ha levantado para construir con él, y nunca sin él, el mundo que soñamos porque él ha grabado en nosotros ese deseo y quiere llevarlo adelante. Aunque su sueño va más allá de lo que podemos pensar.
Si la religión se vuelve un obstáculo para el bien del hombre, es porque el hombre ha caricaturizado el proyecto de Dios. Cuánto más necesaria se hace una purificación de la religiosidad, para hacerla contemplativa, receptiva del don de Dios, testigo de la obra divina.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)