domingo, 13 de mayo de 2012

HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA

Siguiendo el razonamiento de los Senadores, el sólo diálogo en el Senado crea una sensación de inseguridad tan grande como la ley aprobada. Hay muchas dudas sobre cómo seguirá la historia. Yo me pongo a pensar en las viejitas que vemos en los geriátricos y a quienes acercamos a Jesús Eucaristía. ¡Con cuánta lucidez lo reciben y no parecen tener ninguna diferencia entre los sentimientos nuestros ante el misterio Eucarístico y los de esas personas que parecen totalmente perdidas de la realidad. Otro tanto es la maravillosa experiencia de aquellos que reciben el Sacramento de la Unción de los enfermos en situación terminal y no sólo salen de ese estado comatoso sino que llegan a la salud completa. Y eso no me lo contaron. Lo viví más de una vez me sigo alegrando del misterio de la vida humana que no puede quedar reducida a una consideración práctica sobre el sufrimiento humano.

Me imagino los cientos de ciudadanos argentinos que pensarán en situaciones similares vividas desde sus experiencias de amor incuestionables, irrepetibles. Si de experiencias se trata, claro.

Pero aún así, aunque yo no tuviera esas experiencias ni nadie más lo hiciera, ¿seríamos por eso autorizados a disponer de la vida de otro? ¿Es más, estamos autorizados a disponer del fin de la vida propia? Como siempre ha pasado en nuestra Argentina eufemista (y nunca pensé que este adjetivo llegara a tener tanto uso práctico) se utilizan estas mismas frases para llenarnos la cabeza de falacias (juicios falsos) Acostumbrémonos a estas palabras para poder discernir las cosas como son, porque últimamente son más usuales de lo que parecen.

Sí. Se quiere identificar el provocar la muerte como una consideración de derecho humano. Para justificarlo se dice que la muerte también forma parte de la vida (chocolate por la noticia). Todavía más audazmente y falazmente se dice que vivir es un mandato social y por lo tanto por qué no cambiarlo por el morir que al fin y al cabo son realidades de la vida. Si el espíritu de muerte ha llegado a nuestra sociedad, ha logrado escalar hasta el lugar mismo de la custodia del bien social.

Pero digamos las cosas claras para no hablar de algo que suponemos. La nueva ley llamada de la "muerte digna" es similar en sus motivaciones a la pretendida ley del aborto. El derecho a decidir. Nada más que aquí tiene dos vertientes muy delicadas: la decisión del que sufre y quiere morir, y la decisión de los parientes que también tienen poder de decisión sobre su pariente que sufre. Desde este segundo punto de vista esta ley de la muerte digna es similar a la pretendida ley del aborto: se trata de que una persona tiene derecho a matar a otra para no sufrir ella. Es más, la consideración es la decisión de que el que vamos a matar deje de sufrir. Así lo plantean quienes argumentan el aborto en casos de pobreza, o de familias numerosas. ASí lo plantean quienes dicen que están cansados de ver sufrir a su ser querido y es mejor dejarlo morir. No puedo evitar pensar en aquellos lugares donde se tiene a perros en estado calamitoso y a nadie se les ocurriría sacrificarlos, sino que los cuidan hasta el final de sus vidas, ¡hasta cambiándoles pañales! Disculpas por los que son sensibles a estos seres irracionales, pero me hace sentir muy mal que no se tenga el mismo sentimiento de compasión por el ser racional. Y dentro de todas las cosas anormales que vemos, tener que decir esto es la consecuencia de la decadencia social en la que estamos sumergidos.

Son varios los puntos de consideración que hay que hacer sobre esta nueva ley nefasta de nuestro País. Pero ahora sólo consideraré algunos.

Aparece como una motivación importante que nuestro País se ponga a la altura de las exigencias de la ONU, que se encuentra abocada a la reingeniería social para diseñar un sistema de Países donde los individuos hayan perdido en lo posible toda su capacidad de ser sociedad para ser simples individuos, lo cual hará que el sentido de Nación desparezca para dar lugar a una humanidad amorfa y perfectamente gobernable. Considerar la ONU como la referente del bien social de nuestro País es una nueva forma de colonialismo y de sometimiento a una superpotencia ideológica. La profundización de los derechos humanos que se propone la ONU con, incluso sanciones a los países que no se someten a sus disposiciones sobre hechos soberanos, es hoy mucho más incidente y peligroso como recurso de dominio sobre las naciones y su autonomía. No cabe duda de que la manipulacion de los medios de comunicación, de la información y el manejo de un sector social que pretende una anarquía social, son los causantes de esta revuelta de valores que impide el desarrollo del País en lo que hace a factores decisivos de su vida presente y futura.

Resulta que morirse es un derecho. No creo que alguien se le ocurra conculcarlo. ¿Habrá alguien capaz de negarle el morir a alguien? No conozco ningún inmortal que camine por las calles de nuestro País reclamando que se atienda "su derecho". ASí aparece el argumento, pero claramente después, a la hora de las consideraciones no se atiende a este otro hecho fundamental: la vida es un don recibido del que no podemos disponer. Digo yo, cuando un adolescente se quiere suicidar, ¿salen los padres a evitarlo sólo porque lo quieren o por la misma vida del adolescente? Pues aquí, esta nueva ley no apunta a cuidar al que padece el mal sino al que lo observa desde afuera. Es para proteger del sufrimiento a quien ve el dolor de otro. Es mejor no verlo, es mejor no sufrir por él. Mejor vamos a decir que es más compasivo que él no sufra,  así que lo dejemos morir. Dejar morir no es amar. Ayudar a vivir dignamente es amar.

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