viernes, 18 de mayo de 2012

RENOVAR LA IGLESIA

¿Cómo vivir los tiempos presentes? Como católicos tenemos que asimilar un estilo de vida que para nada nos favorece. Pero a decir verdad no es distinto de lo que le tocó a los primeros cristianos. Basta leer los capítulos 5 al 7 de la Primera Carta a los Corintios para darse cuenta. Den esos hechos saco que tenemos que estrechar filas. Y aquí está el verdadero desafío.,

Tampoco se nos escapa la desobediencia de muchos católicos que quieren aggiornarse a las decisiones presentes de legislación, que está siendo lo más notable de los cambios. Sumemos a los grupos grandes de la Iglesia, también liderado por Obispos que no tienen una comunión tan plena con el Papa, y silencian muchas cosas que nos afectan en lo más profundo, dándose el gusto de criticar ácidamente al ministerio episcopal en comunión con la Sede de Pedro.

Vivir la unidad de la Iglesia y estrechar filas, será difícil. Tampoco esto se escapó a la vivencia de los Apóstoles. Volvamos a San Pablo que fue tratado bastante mal por los Corintios y que escuchó del Señor que se quedara en Corinto, cuando recién empezaba a evangelizar porque allí el Señor tenía un pueblo elegido. Para adelante las situaciones se multiplican. Las luchas de la Iglesia hasta el siglo V que hicieron surgir grandes maestros de la fe, pero que tuvieron que enfrentarse con luchas doctrinales que no fueron "luchas de escritorio". La Iglesia, como siempre, salió fortalecida de aquellos duros combates. Y siempre volvió a la fuente: la unidad en torno al Sucesor de Pedro, sobre quien el Señor edificó su Iglesia. ¿dónde están los que pensaron que tenían la verdad en sus manos? ¿dónde los que atacaron al Papa entonces? ¿Dónde están los seguidores de los maniqueos, de los docetistas, de los cátaros, los albigenses? Ya no existen porque sus teorías tan encarnizadamente defendidas en torno a la supuesta razón, fundados en sus teólogos y no en el misterio de la unidad de la Iglesia iluminada por el Espíritu Santo no estaba en ellos.

La unidad comenzará por esta fidelidad a la Iglesia de siempre, la que cada día experimenta la fragilidad propia y le fidelidad del Señor en una humanidad transfigurada por la Pascua. Sigamos haciendo la Historia.

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