Me he retrasado con el blog. Todos pueden entender lo que es la vida de un párroco en los días santos. Ha sido una Semana hermosa. Sigo pensando que ya que el Señor resucitó podría haber hecho nuevo el calendario también así los días serían más largos, durmiéramos menos y trabajáramos más por el Reino. Pero El sabe lo que hace y todo lo hace muy bien.
Cristo ha resucitado. Qué frase tan grande y decirla en este momento de la vida de la Iglesia con tanta persecución tiene mucho sentido. Me siento feliz de ser Iglesia. Me pregunto a veces si todo el rollo presente respecto a la persecución no es el preludio de otra más grande. Estar dispuesto al martirio, o bien irnos disponiendo al martirio. Creo que ante todo pasa por vivir en fidelidad a cada instante, con una vida sencilla pero muy fiel.
En esta Pascua no he podido resolver algunas cosas interiores. Me obliga a la humildad de compartir como muchos la limitación de nuestra pobre humanidad. Y me obliga, felizmente, a seguir pensando en que es el Señor Jesús quien nos salva. He redescubierto el valor de esa realidad descansadora: ¡Sálvame, Señor! Sé que tengo que resolver algunos temas para ser constructor de unidad en la Iglesia en esta hora de prueba. Quiero empezar ya con el deseo firme de hacerlo y con el corazón libre de todo mal sentimiento. Así ya la paz es posible. Sólo queda seguir pacientemente trabajando en el tiempo que el Señor nos da para ir construyendo una Patria de hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario