Sólo tengo ese tiempo para hacer este post. Y quiero compartirles una lectura que me impactó, bueno, dos lecturas que me impactaron. Una de Benedicto XVI: el presente es un instante que está entre el pasado y el futuro, pero apenas lo vivimos ya pertenece al pasado. Esto que parece sólo un pensamiento que en realidad él cita, no es más que una apreciación cierta del mismo título del post, pero es a la vez, una apreciación de cómo vivimos las realidades de cada día. Me costaba comprender a muchos que parece que no tienen ni una consideración de dónde vienen (ahora sé que es verdad) y que no parecen pensar en el futuro (ahora me doy cuenta por qué). Y así encuentro muchos jóvenes que tienen hijos como si fuera ¡qué hermosa novedad! y nada más. Pero viven sólo el presente, no piensan si ese niño podrá ser cuidado, si seguirán juntos los padres, si... etc. Sólo este presente. Pero que a la vez no importa mucho porque ya pasó. No, no es un discurso filosófico. Es una realidad patente.
El otro pensamiento impactante es el sentido de los derechos del individuo que sólo se viven subjetivamente. O sea, sólo importo yo y mis derechos. Ya lo sabemos: abandono escolar, indiferencia sobre el bien de los otros, inseguridad, ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, etc. Viva yo, o sea. ¿Y los deberes? Nada, eso es anticuado. Pero esto se proyecta sobre Dios, sobre la relación con Dios. ¡Con razón tanto éxito en las sectas paracristianas y en el evangelismo (disculpen, sin ofender). Se resalta la relación personal con Dios, pero sólo eso. Lo comunitario no tiene más gravitación que el valor moral de responder a las indicaciones de Jesús solo. El otro dejó de ser un punto de referencia de fe. La Iglesia, comunidad de fe, dejó de ser un punto de referencia. Para rematarla, el desprestigio de los que forman parte de ella parece ser una razón válida para abandonarla. Notemos que no ocurre así respecto de los candidatos políticos, los gobernantes, los dirigentes gremiales ni los famosos. Ellos lo pueden todo, no importa, los perdonamos. (???)
Este subjetivismo también ha sometido a Dios. El puede venir a bendecirme, a darme paz, a hacerme sentir bien. Hasta no entiendo por qué tengo que confesarme si he pecado, después de todo soy humano como todos. Pero hay algo que él no puede (aunque sea todopoderoso): pedirme que cargue la cruz. Eso no. Si así es el caso: me abandonó, ya no creo en Dios, estoy enojado con él. Debiera darnos explicaciones por qué las cosas están tan mal y él no interviene, después de todo me afecta.
Se me pasó el tiempo, tomé tres minutos prestados. Me pareció interesante compartir esto. Ahora entiendo muchas cosas más y me doy cuenta cómo podría afrontarlas. ¡Que venga tu Reino!
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