¡Qué frase fuerte! La vengo escuchando de hace algunos años. Tomó más fuerza en los últimos meses del Pontificado de Benedicto XVI. A decir verdad, no me imaginaba por dónde debía comenzar; y no me imaginaba definitivamente ¡por dónde comenzó! Pero la reforma parecía que significaba un Concilio Vaticano III, para otros por una mirada hacia atrás, para otros una mirada hacia adelante. Creo que nadie miraba hacia afuera. Y esta era la mirada del Cardenal Bergoglio. La Iglesia no puede estar mirándose siempre a sí misma, dijo. Ahora le entendí la frase. El punto referencial son las ovejas. En pocas palabras, en vez de mirar dónde uno quiere que vayan las ovejas, es mejor ver adonde van y seguirlas. Otra frase fuerte para los que piensan que esto desordena la Iglesia gobernada por el Espíritu Santo. Pero sin darse cuenta, tal vez, piensan que el Espíritu Santo sólo ilumina a algunos en la Iglesia y no a toda ella.
Los tiempos confusos hacían prever que es necesario estrechar filas. Así lo sentí yo por mucho tiempo. Pero este estrechar filas no es entre nosotros, sino estrecharlas junto a Cristo, esto es, consecuentemente, junto al Espíritu Santo. El asunto parece fácil, pero no lo es. Perder los miedos de perder la Iglesia, ahí está el asunto. Creer en el Espíritu Santo como guia seguro de la Iglesia, y no sospechoso. Leía artículos truculentos de por qué este Papa no es el verdadero sucesor de Pedro, lo eligieron mal. Y leía artículos donde este Papa es el que el Espíritu Santo quería. Reconozcamos que esta última visión es la de más fe por el hecho de que la razón es objetiva. Igual no faltan los que consideran que el Espíritu Santo inspiró lo que es de su propio gusto y lo desconocen cuando las cosas no son como ellos las piensan.
Nos parezca o no, Jesús sigue cumpliendo sus promesas, y espero que todos los creyentes no lo dudemos. ¡Señor, sigue bendiciendo a tu Iglesia; sostén a tu elegido como sucesor de Pedro!
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