lunes, 15 de febrero de 2016

CONTEMPLAR LA PASIÓN

¡¡¡Hola blog!!! No pretendía abandonarte, pero los medios, los tiempos y la velocidad de publicación por ahí te ganaron. Pero tenés de lindo que podes expresar mucho mejor las cosas que lo inmediato de facebook. Y lo bueno es que hoy tengo para compartir la visita a la familia Peloc. El sábado pasado vinieron los padres de Mario, el niño que falleció cuando se desbarrancó en Pucará, su paraje. Celebramos la Eucaristía con la familia presente, los papás y una hermanita, y luego tuvimos una conversación larga, dolorosa y consoladora. La increíble firmeza y claridad de fe de la mamá, en medio de las lágrimas y el intenso dolor. Quedamos en que el lunes siguiente, hoy, iría a verlos y a orar. Allá fuimos, acompañado por Facundo, chango de esta comunidad. Al caminar, cruzar el río, ya nos esperaban Juan y Marcela en la otra banda del río. Caminamos en silencio hasta el lugar donde los hermanitos encontraron el cuerpo de Mario. Al llegar la mamá me contó su vivencia al regresar, unas horas después del accidente. Con su manta recogió la sangre de su niño, que aún estaba líquida, tratando de limpiar todo lo que pudo en medio del ripio. Inmediatamente me vino a la mente la escena de la película la Pasión, cuando María limpiaba la sangre de Jesús en el lugar de la flagelación. Como en un pequeño Calvario habían colocado la cruz de madera de cajón de frutas, para conmemorar en aquel lugar que ahora es sagrado que este hijo de Dios regó con su sangre, como en otro momento, el Hijo de Dios regó con la suya. Ahora, todo lo vivido tiene significado. Lo que la Pachamama acunó en aquel lugar también, y donde sorbió las lágrimas de aquella familia, se ha transformado en un lugar de dolor y de esperanza.

Después de orar un rato juntos, de asperjar agua bendita, nos volvimos hasta la casa rezando el Via Crucis. Nos parábamos en la Playa cada tanto para hacer una Estación. Contemplar la Pasión salvadora en la pasión vivida por estos hermanos. La última Estación, en la casa, con los chicos. A compartir algunos pequeños regalos, posibles por almas generosas, que llegaron con una golosina, algunos útiles escolares, y alimentos. Un gesto, una caricia de muchos hermanos que aportan con lo suyo. Me sentí embajador de una corriente de amor que envuelve al que sufre. Me sentí feliz de estar ahí. Compartiendo con los hermanitos de Mario, que a duras penas pudieron vencer su timidez. El Evangelio de hoy coronó este día con la Eucaristía de la tarde: "Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me dieron de comer, estaba enfermo y me vinieron a ver...."

Después de un almuerzo, nos fuimos al cementerio, cruzando el río. Después de poner la estampa de la Medalla Milagrosa en la cruz de la tumba, encender velas y orar, resonaba en mi cabeza aquel viejo cántico que en cada Cuaresma cantábamos en la parroquia de mi infancia: "por tu Madre afligida
, piedad, Señor, piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad. Por tu Preciosa Sangre, piedad, Señor piedad. Si grandes son mis culpas, mayor es tu bondad."

6 comentarios:

  1. Que triste momento Padre!! Pero Dios en tu presencia los abrazo con su amor!! un abrazo

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  2. Gracias Padre Joaquin por compartir estas realidades de vida,que nos hace entrar en el desierto de nuestro corazón y nos ayuda a reflexionar en esta Cuaresma, lo que debo cambiar, aquello que tengo que mejorar, para así poder brindar un corazón sincero y amoroso a nuestros hnos.gracias por permitirte navegar en esta gran barca dirijida por Jesús. Dios te Bendiga y te guarde y condusca tu camino que la dirección es el Cielo. Abrazos Diego, Sofi y Sole

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