Había escrito un texto para compartir en torno a todo lo que se dice en los medios respecto de la elección del Papa, pero la noticia de quién fue elegido me dejó sin palabras. Y sobre todo me dejó en claro la inutilidad de ponerse a pensar en lo que se dice, para poner atención en lo que se hace.
Quizá esta sea la suficiente respuesta para todo lo que se ha dicho. Da pena que la fe débil de muchos católicos se ve afectada por todas las mentiras, supuestos, morbosidades y demás que distraen la atención de lo más importante: Cristo sigue manteniendo su promesa, nos ha dado un pastor, ¡y cuál pastor! Eso lo podemos decir los argentinos que más de cerca o más de lejos, conocemos al Papa.
Este detalle nos saca a los creyentes de la simple consideración de la nacionalidad del Papa, o su equipo de fútbol favorito. Esto nos acerca a su figura, pero sabemos sobradamente que para nosotros es el Vicario de Cristo. Esta expresión va a tomar otro matiz en este Pontificado. Se ve claramente desde los primeros gestos. Pero aún así, más allá de la sorpresa, de los gestos y de demás consideraciones; nos abrimos a un momento de la Iglesia que nos marcará un derrotero en el camino de la Nueva Evangelización, meta primera de todo este presente. Que tengamos la fe necesaria para caminar junto con el Papa del modo que él nos enseñará. Que tengamos la mirada feliz de la Iglesia que siempre se renueva por el poder del Espíritu Santo. Que tengamos esa obediencia activa que nos compromete con la voz de nuestros pastores, del pastor que es garante de la unidad católica, de una fe centrada en el Evangelio de siempre, el Evangelio de Cristo que por generaciones y generaciones los cristianos hemos querido vivir.