miércoles, 28 de noviembre de 2012

ENTRE LA HIPOCRESÍA Y LA REALIDAD

Es noticia el video subido ya a las redes sociales donde un joven de 19 años tiene relaciones sexuales con un niño de 12 o 13 años. El caso aún, hasta este momento, no tiene carátula porque no se tiene certeza de si ha sido una violación o un acto consentido, en el cual sería una "corrupción de menores".

Las cosas están atemperadas porque si hubo consentimiento, y además, el menor dice ser gay, entonces ya no sería considerado tan grave. El periodista comentó que en ese caso es una opción que el chico hace y por lo tanto, no es un tema a considerar. Lo cierto es que la sociedad está conmovida, y la gente piensa que hay que cuidar a los chicos.

Yo me pregunto ¿de qué hay que cuidarlos? Los programas de educación pública introducen este tema de la elección sexual, en la cuestión de salud reproductiva se reparten profilácticos a chicos de 13 y 14 años, en los medios de comunicación social se exhiben películas ligeramente consideradas nocivas, porque restringirlas sería violar la libertad de expresión. En las comedias y demás programas de ese tipo de factura argentina, los adolescentes tienen relaciones íntimas y son tomadas como una escena más de la vida cotidiana. Las declaraciones públicas de muchos padres de familia apuntan a sostener que el problema real no son las relaciones íntimas que tienen sus hijas , sino la posibilidad de que queden embarazadas. En consecuencia, los varones pueden seguir su vida sexual como quieran, porque en definitiva no tienen de qué preocuparse, ellos no quedarán embarazados. Por otro lado, si el niño puede hacer una "opción sexual", entiende muy bien de qué se trata la condición de homosexualidad, y el deseo del otro sexo, ¿qué tendría de extraño que tuvieran relaciones íntimas? ¿No es la pubertad un momento de exploración? ¿va a quedar embarazado? No. ¿Por qué se consideraría que el menor es corrompido si está haciendo una elección sexual? ¿El tema se resolvería con que no haya habido video? En ese caso, el hecho quedaría en la intimidad de quienes lo realizaron, y probablemente, podrían continuar su relación con tranquilidad. Si  los padres no saben nada, no importa por el momento. Es posible que el Estado apoye luego al chico que "hizo la opción" y pueda ayudar a los padres a aceptar esta realidad que tienen por delante aunque no les guste.

Un razonamiento lógico según la situación de este momento. Por ello me resultó extraño que el caso sea tomado como un caso grave de escándalo. La situación me inspiró el título. Si hay algo que verdaderamente hace a la realidad es cómo queremos verla. Mejor dicho, si algo determina cómo será la realidad es cómo la ordenamos.

Una porciòn importante de argentinos ha visto la necesidad de que los derechos de las personas se vean respetados. Cargamos con el fantasma de la represión. Ya un fantasma como lo mencionaba en otro artículo hace tiempo publicado. Pero también respondemos a una presión global para ponernos al día en un proceso ideológico dominante: el progresismo. Me dí cuenta de que esto es visto como un logro y un bien. Es evidente que quienes son homosexuales y quieren vivir de ese modo, la aprobación de sus costumbres ha sido recibido como un bien. Quienes consideran que tienen derecho a publicar lo que quieran sin ningún tipo de restricción, ni de contención social, también. Son los hechos, y los digo sin juicios de valor. Hoy ya podemos constatar las consecuencias de una aplicación social hecha sin ningún tipo de miramiento. Y nos sorprendemos de sus efectos. ¿no será una actitud hipócrita?

Pero también, mirándolo con otros ojos, es una señal de que la sociedad puede ver los efectos. Otras sociedades lo han hecho. Si pensamos que el gobierno alemán ha decidido premiar a quienes tienen más de tres hijos, cuando hasta hace poco se promocionaba el no nacimiento de más alemanes... vieron las consecuencias y cambiaron de rumbo. Esto es una esperanza para quienes vemos que aceptar la realidad de las personas siempre será un bien, hacer un juicio de valor positivo para el comportamiento de un grupo de personas e imponerlo obligatoriamente sobre todas tendrá efectos negativos, y por ello, no es un bien.

Detrás de todo esto hay que hacer consideraciones lógicas y filosóficas, si se quiere, para encontrar los por qué de todas estas cosas que vivimos y que viviremos en plazo muy corto. Que nos sirvan para reflexionar, aunque tengamos que llorar por lo que vemos, y tengamos el valor de saber reconocer que no todo lo que brilla es oro.

jueves, 22 de noviembre de 2012

LA FE Y LA VERDAD



Otras veces he escrito sobre la fe y la razón, y es el tema que ocupa mucho en nuestra relación con los no creyentes. Pero esta vez he visto por los medios de comunicación un encarnizamiento en contra de la fe católica, y particularmente centrado en ridiculizar o presentar una imagen detestable de los contenidos de la fe y de la Iglesia misma.
Este propósito de ridiculización y de dar mala imagen, está fundado en la mentira. Y si se funda en la mentira, dice a las claras que no hay argumento suficiente para decir algo.
Pero aún así consideremos estos dos niveles de verdad que se imponen a nuestra consideración. El primero es el de la verdad de los hechos de los contenidos de la fe. Leía que se afirmaba en base a un trato sesgado del libro del Génesis que Dios no quiere que conozcamos, que seamos ignorantes. Luego, conocer sería oponerse a Dios, y eso sería un pecado. Por el contrario, el relato de la Creación indica claramente la dignidad de la persona en una semejanza con Dios que lo hace más cercano a El que todas las otras creaturas.  A la vez, le da el mandato de “dominar la tierra”, poniéndolo en una actitud pro-creadora lo cual implica su inteligencia y su capacidad de hacer fructificar esa obra de Dios con su propia inteligencia. El conocimiento y el avance del hombre en todo lo que lo lleve a crecer él mismo y a hacer dar fruto a la creación, es el mensaje que encierra estas primeras páginas de las Sagradas Escrituras.
Como consecuencia, la ciencia, como desarrollo de este mandato, es un bien del hombre y para nada puede ser considerado “un pecado”. Algo absurdo. Pero aquí viene lo segundo: la verdad como la realidad a descubrir.
En el relato del pecado, Dios les ha mandado a nuestros primeros padres que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal. Este símbolo se refiere a sus adjetivos por cuanto las palabras anteriores dicen “pueden comer de todos los vegetales que hay en el Jardín, yo se los doy”. Entonces, no se trata de no comer del árbol simplemente, sino del árbol “del conocimiento del bien y del mal”. El pecado está en querer determinar lo que es el bien y lo que es el mal. Lo que está bien y lo que está mal. Con esta determinación, el hombre quiere igualarse a Dios en lo que no es posible. El hombre, como creatura, depende de Dios. El Tentador le dice a Eva: "Dios sabe bien que si comen.... serán como dioses". Al pecar el hombre en su origen, lo que quiso es independizarse de Dios. Vivir sin El.

Nunca tan actual esta página bíblica, aún para los que quieren poner en ridículo la fe cristiana y el sentido del pecado. Esta es la otra mirada sobre la verdad. El conocimiento de la verdad es posible, pues Dios ha dado al hombre esa capacidad al hacerlo semejante a El. Inclusive el hombre desea conocer la verdad. Se apoya en ella en una búsqueda permanente. La ciencia positiva habla de esa búsqueda incesante, de esa capacidad. Pero el engaño está a la base de toda investigación cuando la ciencia quiere determinar por sí misma lo que está bien y lo que está mal por el sólo conocimiento científico empírico o por el conocimiento filosófico. Llega un punto en el que todo proceso de conocimiento se encontrará con un punto necesario de vínculo con el absoluto. Los ejemplos abundan.

El primero es la necesidad de la ética en la investigación científica. Todos los días vemos situaciones así: ¿es correcto clonar personas? La capacidad científica está cerca, pero ¿la dignidad humana lo hace aceptable? El conocimiento sobre el hombre tiene una influencia ideológica que en distintas circunstancias y en distintas épocas: hoy, por ejemplo, la ideología del igualitarismo, tan influyente, determina que no permitir a alguien determinadas capacidades para las cuales no están preparado es una discriminación. Aún cuando la investigación científica física y psicológica digan que una persona tiene capacidades naturales para esto o para aquello, la determinación ideológica será capaz de negarlo. De tal modo que la evidencia del conocimiento intelectual no necesariamente significa un arribo a la verdad. Hay siempre una frontera percibida como difusa donde se evidencia la necesidad de la referencia hacia un absoluto, y ese es el lugar de Dios. Ese es el lugar de la continua tentación del "serán como dioses". Allí es donde el cristianismo molesta porque habla de una limitación humana que muchos perciben como opresora. Así lo percibieron Adán y Eva.

Pero lejos de ser una opresión, el diálogo con el absoluto. La obediencia a este límite lábil de lo divino y lo humano, lleva al hombre a encontrarse con la verdad, y la verdad de las cosas y de sí mismo. Lo lleva a una humanización plena donde lo científico, y también lo ideológico pueden alcanzar aquello que buscan: el bien y la verdad. 

Mentirnos nunca nos llevará a la verdad por una cuestión de lógica. La mentira es hoy la muletilla de los gobiernos que quieren sacar "su verdad" como sea. La mentira es el recurso de los ideólogos que quieren fundar sus propias afrmaciones sobre la descalificación mentirosa de lo que se les opone. Es claro que los influencia el "padre de la mentira" como llama Jesús a Satanás. Pero eso tampoco es visto por una obcecada negación de la evidencia del mal que lleva a muchos a actuar como si dijeran "la verdad soy yo".